Beijing y Nueva Delhi: una delicada danza de intereses
Rubén Campos analiza la convergencia de intereses económicos entre India y China –alianza conocida como Chindia— y dice que a pesar de la historia reciente de tensiones fronterizas y enfrentamiento por el liderazgo regional, India y China podrían aprender mutuamente: los indios del crecimiento macroeconómico de los chinos, y China quizás también de las lecciones de la vibrante y enormemente poblada democracia india. Pero si además China participa como promotor de la paz y el desarrollo entre India y Pakistán, se abrirá un escenario realmente novedoso en la región que llevaría a Chindia a ocupar un papel central en el ordenamiento internacional.
Rubén Campos es experto en Asia Meridional y el Sudeste Asiático y profesor de Relaciones Internacionales en cursos de postgrado de diferentes universidades españolas. Trabaja actualmente como asistente al director de programas del Club de Madrid. Prepara en la actualidad la lectura de su tesis doctoral sobre el movimiento nacionalista indio y la edición de una selección de textos políticos de Mohandas K. Gandhi.
JAIRAM RAMESH, POLÍTICO INDIO DEL PARTIDO DEL CONGRESO, escribió un libro el año pasado donde defendía las virtudes de una alianza internacional entre India y China: Making Sense of Chindia: Reflections on China and India. En su número especial sobre las relaciones entre India y China de agosto de 2005, la revista BusinessWeek retomó y popularizó el concepto Chindia de Ramesh hasta el punto de convertirlo en omnipresente en cualquier publicación académica o divulgativa centrada en estas dos potencias asiáticas.
El acercamiento entre India y China, en el contexto de intereses económicos convergentes, contrasta con una historia reciente de tensiones fronterizas y enfrentamiento por el liderazgo regional. El analista Michael Vatikiotis hablaba en un artículo en el International Herald Tribune de una delicada danza de intereses, donde ambos países intentan superar un pasado de tensiones políticas ante las enormes perspectivas que abre una colaboración más estrecha en múltiples intereses comunes.
La reciente visita del presidente chino Hu Jintao a la India –la primera al país de un jefe de Estado chino en diez años– ha fortalecido la expectativa de una mejora de las relaciones bilaterales. Sin embargo, diversas tensiones y desencuentros permanecen latentes y deberán ser afrontados para que la idea de Chindia pase de ser una llamativa ocurrencia política a una realidad que reconfigure el mapa geoestratégico asiático y mundial.
APUESTA POR UN NUEVO RUMBO
La reapertura este verano de un paso histórico que llevaba cerrado desde la guerra fronteriza que China e India dirimieron en 1962, ha sido otro símbolo reciente de la apuesta por un nuevo rumbo. La apertura del Nathu-la Pass, que fue parte en su momento de la Ruta de la Seda y que se encuentra a más de 4.500 metros de altitud, forma parte de unas negociaciones sobre acuerdos fronterizos entre ambos Estados.
Desde hace décadas, China reclama que el Estado indio de Arunachal Pradesh es parte de su territorio original, mientras que India pretende que el gobierno chino le devuelva la soberanía sobre una importante porción de la región de Cachemira que tiene bajo su control desde 1962. Las conversaciones de alto nivel todavía no han facilitado la resolución de estas y otras posturas enfrentadas en una frontera común de miles de kilómetros, pero al menos han servido para comenzar a distender la situación.
LA LÓGICA DEL MERCADO
La razón fundamental detrás de esta distensión debe encontrarse en razones económicas. Según datos del banco de inversiones Goldman Sachs o del Deutsche Bank Research, China e India serán las dos economías mundiales dominantes para mediados del siglo XXI. Su comercio bilateral de 250 millones de dólares en la década de los noventa, contrasta con el que se tiene como meta para 2010: 40 mil millones de dólares.
También se han establecido acuerdos de colaboración entre ambos países para buscar conjuntamente soluciones a la creciente demanda de recursos energéticos que necesitan para mantener su actual ritmo de crecimiento.
El crecimiento ha sido, no obstante, desigual hasta el momento, ya que la economía india está muy por detrás en cifras de la de su vecino del norte. Jairam Ramesh, el difusor del concepto Chindia –ahora ministro de Comercio del gobierno de Nueva Delhi–, declaró estos días semana que no hay ninguna carrera entre ambos países, ya que China cuenta con demasiada ventaja y los estadios de desarrollo son diferentes. A pesar de esto, la lógica del mercado apunta a que los ámbitos de colaboración en potencia son muchos y que las consecuencias negativas de aumentar la competencia entre ambos Estados podría frenar su crecimiento.
OBSTÁCULOS POLÍTICOS RELEVANTES
Las expectativas de cooperación económica y un cierto deshielo en sus problemas fronterizos, se han visto acompañadas por otros gestos de acercamiento en el contexto internacional. China, por ejemplo, está apoyando la candidatura de la India a un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
El fortalecimiento de la alianza bilateral debe enfrentarse, sin embargo, a obstáculos políticos relevantes y a la desconfianza alimentada por años de enfrentamientos. Estas reticencias influyen incluso en el ámbito comercial: el gobierno indio ha bloqueado inversiones chinas en puertos y empresas de telecomunicación aduciendo razones de seguridad nacional.
En el ámbito geopolítico, la estrategia china en el subcontinente ha estado dominada durante décadas por un apoyo claro a Pakistán, vecino enfrentado a la India. De hecho, el presidente chino, Hu Jintao, continuará su visita a la región con una estancia de varios días en Pakistán, donde se espera que se ratifique un ambicioso acuerdo de colaboración en materia de energía nuclear entre ambos países. India, por su parte, ha estrechado lazos desde principios de la década de los noventa con Estados Unidos, que ve al país del Sur de Asia como un potencial aliado para contrarrestar el peso que está adquiriendo China en la región.
SISTEMAS DISTINTOS, ¿INTERESES COMUNES?
Tampoco tienen mucho en común los sistemas políticos de ambos países. La democracia compleja pero estable del caso indio contrasta con el rígido sistema autoritario en China. Si los indios tienen mucho que aprender en el ámbito del crecimiento macroeconómico de los chinos, una previsible evolución política en China quizás también pueda aprender de las lecciones de la vibrante y enormemente poblada democracia india.
En su reciente visita, Hu Jintao ha declarado que China no busca ninguna ganancia egoísta en el Sur de Asia enfatizando que Beijing está preparada para jugar un papel constructivo en la promoción de la paz y el desarrollo en el subcontinente indio.
Si más allá de la retórica diplomática, el gobierno chino es capaz de jugar este rol y favorecer la firma de un acuerdo de paz y cooperación entre India y Pakistán, esto abriría un escenario realmente nuevo en la región y la idea de Chindia deberá ser tomada muy en serio en todas las capitales del sistema internacional.
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