México y el fracaso de Vicente Fox

Por Zidane Zeraoui (para Safe Democracy)

Zidane Zeraoui realiza un balance del gobierno del ex presidente mexicano, Vicente Fox Quesada, y dice que su estrategia fue errónea desde el inicio de su mandato: su fe en la posibilidad de cambiar el país sin negociar con las demás fuerzas políticas llevó a un impasse que paralizó México. A nombre de una mal entendida democracia, Fox tuvo una política económica errática (sin crecimiento) y una desastrosa política exterior (sin resultados); tampoco logró solucionar la cuestión de Oaxaca, ni el problema zapatista. Zeraoui cree que el flamante presidente Felipe Calderón ha empezado a marcar la diferencia con su antecesor panista en las prioridades nacionales e internacionales, hechos que terminan de confirmar que la estrategia foxista ha sido un fracaso para México.


Zidane Zeraoui es profesor de Relaciones Internacionales y coordinador de la Maestría en Estudios Internacionales en el Tecnológico de Monterrey, México.

EL UNO DE DICIEMBRE PASADO, en un acto sin decoro, Vicente Fox Quesada dejó la presidencia de México después de 6 años de gobierno errático y contradictorio.

Cuando Fox ganó las elecciones el 2 de julio de 2000, la esperanza de una nueva era de desarrollo democrático se amparó de los mexicanos por el estilo directo y franco del ex gobernador de Guanajuato. Desde que Fox se lanzó a la contienda electoral –contra la voluntad del sector tradicional del PAN–, se vislumbraba como un hombre de desafío y un líder que podía sacar al PRI de los Pinos (residencia del presidente de México).

BUEN COMUNICADOR, MAL LÍDER
Logró la empresa que se había propuesto –con un amplio margen, 42,5 por ciento– frente a un eterno perdedor Cuauhtémoc Cárdenas, ya desgatado por varias elecciones e inclusive desairado por los mismos militantes del Partido de la Revolución Democrática (1) y a un dinosaurio priísta, Francisco Labastida Ochoa, quien logró imponerse sobre Madrazo en las elecciones internas con el tradicional fraude del PRI cupular.

Vicente Fox fue un excelente comunicador y candidato presidencial, pero poco exitoso como líder nacional, ni siquiera en la comunicación con el pueblo mexicano (2).

La estrategia foxista fue errónea desde el inicio de su mandato. Su fe en la posibilidad de cambiar el país sin negociar con las demás fuerzas políticas lo llevó a un impasse que paralizó a México. Durante los 3 primeros años de gobierno, el enfrentamiento entre el poder ejecutivo y el legislativo no permitió avanzar en las necesarias reformas para salir de la estructura autoritaria priísta.

SIN NEGOCIAR CON LA OPOSICIÓN
Al contrario, Fox buscó gobernar con los mismos elementos del PRI, pero con una minoría panista en el Congreso. El destape de Marta Sahagún, esposa del mandatario, como candidata del PAN a las presidenciales de 2006 a los dos años de gobierno, muestra la pérdida de control político de la administración de Fox. Pero, es sobre todo la esperanza de lograr una mayoría en el Congreso en las elecciones legislativas de 2003, que conllevó al presidente a no negociar con la oposición, esperando un dominio del PAN en el Congreso de mitad de sexenio.

Los errores iniciales, la falta de crecimiento debido tanto a factores internos –ausencia de reformas y decisiones erráticas– como externos –el 11 de septiembre de 2001 fue el principal golpe a la política foxista (3)– marcaron el primer periodo que se tradujo en un castigo electoral en las legislativas de 2003 con un retroceso del PAN en el Congreso mexicano. De esta manera, el partido en el poder pasó de 205 diputados a 153, mientras que el PRI logró incrementar su posición de 208 a 224 y el PRD de 54 a 95. Con la nueva configuración legislativa, las capacidades de negociación de la presidencia se veían drásticamente reducidas. Los partidos de oposición vieron la posibilidad de presionar al gobierno impidiendo cualquier cambio estructural con miras a las presidenciales de 2006.

FRACASOS EN POLÍTICA EXTERIOR
El bajo crecimiento económico –a pesar de una situación altamente favorable en cuanto a los precios del petróleo–, la poca creación de empleos, los errores políticos –como la tentativa de juicio político contra López Obrador, entonces alcalde de la Ciudad de México–, y una pre-campaña electoral de los candidatos panistas –incluyendo a la propia esposa del presidente–, desgastaron el mandato foxista.

Pero es sobre todo en la política exterior que el fracaso de Fox será patente. La opción de una alianza subordinada a Estados Unidos terminó con un desastre en todos los planos: la derrota del segundo secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, frente al chileno Insulza para la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA), la polémica desatada durante la Cumbre de Mar de Plata a finales de 2005 por la introducción por parte de Fox del tema del ALCA, cuando la orden del día era la seguridad hemisférica, etc. El mandato foxista pareció más un portavoz de la política de George W. Bush que una defensa de los intereses mexicanos como lo señaló Néstor Kirchner en su réplica al presidente mexicano sobre las prioridades nacionales.

GOLPE DE GRACIA
El golpe de gracia de la política de Fox podría venir de su propio sucesor panista. En la toma de protesta como nuevo presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Felipe Calderón empezó a marcar una diferencia con su antecesor en las prioridades nacionales. De hecho, como presidente electo, Calderón optó por visitar en primer lugar a los países latinoamericanos y finalmente a Washington, cuando Fox inició su mandato con una recepción en su rancho de Guanajuato a George W. Bush para simbolizar la nueva alianza, que terminó con un rotundo fracaso.

Todos los spots publicitarios que la nueva presidencia lanza en los medios televisivos subrayan el cambio, el inicio de una nueva era, etc. Inclusive, la imagen presidencial ha cambiado: Calderón regresó el escudo constitucional mexicano (el Águila devorando la serpiente), rechazando la innovación foxista del águila mocha (un escudo estilizado que fue cuestionado por el Congreso por violar la representación de los símbolos patrios).

CALDERÓN BUSCA MARCAR LA DIFERENCIA
El pequeño margen de triunfo de Calderón (solamente 0,45 por ciento de diferencia con López Obrador) le impone una estrategia de negociación y no una posición altanera que marcó al anterior mandato.

Además, el nuevo presidente entró con una política de mano firme tanto para asumir la presidencia, a pesar de los bloqueos del congreso por los militantes perredistas, como frente a la cuestión de la crisis oaxaqueña (el encarcelamiento de los líderes del movimiento de la APPO) como en el caso del narcotráfico en Michoacán con el envío de 7 mil soldados en la entidad.

Esta posición contrasta claramente con la actitud foxista que, a nombre de una mal entendida democracia, no logró ni solucionar la cuestión de Oaxaca ni el problema zapatista. Tampoco logró construir el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México cuando los macheteros de Atenco se opusieron al proyecto presidencial, una necesidad vital para descongestionar a la capital mexicana.

Así, no solamente se trata de una salida poco honrosa de Fox de la presidencia en la transmisión de poderes el primero de diciembre pasado, sino un remate de Calderón a la obra de su predecesor.

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Notas:
1) En las elecciones presidenciales de 2000, Cárdenas logró solamente 16,64 por ciento, cuando en las legislativas, el PRD alcanzó 18,63 por ciento, es decir un fuga de 2 por ciento de los votantes (el voto útil) hacia Fox.

2) En repetidas ocasiones, el vocero presidencial contradecía al propio mandatario.

3) Tanto el presidente Fox como su primer ministro de Asuntos Exteriores (Canciller), Jorge Castañeda, apostaron por una alianza total con Estados Unidos, la enchilada completa como la llamaría este último. Sin embargo, la prioridad dado por el presidente George W. Bush a la lucha contra el terrorismo y a la seguridad, marginalizaron a México y es sobre todo la decisión de construir un muro de más de 1.000 kilómetros que simboliza el fracaso de la apuesta del gobierno de Fox.