La escala política que va desde Chile hasta Venezuela

Por Pablo Mieres (para Safe Democracy)

Pablo Mieres dice que la denominación de giro a la izquierda de buena parte de los países latinoamericanos es de dudosa utilidad. Las distancias existentes, en muy diversos planos, van mucho más allá de los matices: en un extremo puede ubicarse la experiencia (ejemplar) de Chile y en el otro el régimen venezolano. En posiciones intermedias, más cerca o más lejos de ambos polos, se pueden situar los casos de Perú, Uruguay, Brasil, Argentina, Ecuador y Bolivia. Mieres cree que al menos dos criterios de evaluación pueden servir para medir la forma en la que se ejerce el poder: uno, el papel del Estado y del mercado en la economía, y, dos, el grado de apego a la institucionalidad democrática y al Estado de Derecho. Y las diferencias son más que evidentes.


Pablo Mieres es Doctor en Derecho y Ciencias Sociales y Graduado en Sociología para el Desarrollo. Es actualmente Director de la Licenciatura en Ciencias Sociales de la Universidad Católica del Uruguay y profesor universitario de grado y postgrado en la Universidad Católica del Uruguay y en la Universidad de la República de Montevideo. Fue Diputado Nacional (2000-2005) y candidato a presidente en las últimas elecciones de 2004 por el Partido Independiente. Preside actualmente dicho partido. Es asimismo columnista del diario El Observador de Montevideo.

EN NUMEROSOS ANÁLISIS PERIODÍSTICOS se destaca el giro a la izquierda de buena parte de los países latinoamericanos. Sin embargo, esta idea esconde a una profunda diversidad de experiencias y situaciones que impide establecer un rótulo homogéneo para caracterizar la actual etapa política que vive nuestro continente.

El punto de partida de este análisis es que, en todos los casos referidos, los gobiernos se autodefinen como representantes de la izquierda política y se distancian de las propuestas denominadas neoliberales en materia de políticas económicas.

ENORMES DISTANCIAS
Sin embargo las distancias existentes, en muy diversos planos, entre el gobierno chileno de la Concertación Democrática y el régimen venezolano de Chávez son enormes. En un extremo puede ubicarse la experiencia de Chile y en el otro el régimen venezolano; en posiciones intermedias, más cerca o más lejos de ambos polos, se pueden situar los casos de Perú, Uruguay, Brasil, Argentina, Ecuador y Bolivia.

Pero esta percepción no deja de ser una simple observación subjetiva si no se la sustenta en base a algunos criterios analíticos. Cuando estos criterios se introducen en el análisis queda de manifiesto que el denominado giro a la izquierda no sirve más que para caratular una realidad mucho más variada.

DOS CRITERIOS DE EVALUACIÓN
En efecto, pueden ser introducidos, al menos, dos criterios de evaluación de estos gobiernos: (a) el papel del Estado y del mercado en la economía y (b) el grado de apego a la institucionalidad democrática y al Estado de Derecho.

Por cierto, podrían agregarse otros criterios de igual importancia, como el posicionamiento en materia de política internacional, la cultura democrática de la ciudadanía o el tipo de políticas sociales instrumentadas. Pero con los dos primeros alcanza para demostrar que los genéricamente denominados gobiernos de izquierda no se parecen entre sí más que en su denominación.

En efecto, en el caso de Chile, Uruguay y Brasil, las políticas económicas llevadas adelante mantienen una notoria orientación que reivindica el papel del mercado en las reglas de juego de la economía, reservando espacios subsidiarios al accionar del Estado. Una cosa bien distinta ocurre en los casos de Venezuela y Bolivia y, con más matices, en la conducción económica argentina; en estos países el Estado adquiere un papel protagónico que desvirtúa las reglas del mercado y altera fuertemente dicho funcionamiento.

SIMPLIFICACIONES DE DUDOSA UTILIDAD
Si analizamos la dimensión correspondiente a la valoración de la democracia y el respeto a su institucionalidad –asumiendo que ninguno de estos regímenes ha suprimido la democracia–, se pueden observar, sin embargo, tendencias que van más allá de los matices, sobre la forma en que se ejerce el poder.

Uruguay y Chile expresan un modelo institucional que nada tendría que envidiarle a las democracias europeas (más allá de ciertas herencias autoritarias de la Constitución chilena), mientras que las reglas de juego democráticas aparecen notoriamente amenazadas en los casos de Venezuela y Bolivia.

En síntesis, convendría acordar un conjunto de dimensiones de análisis y aplicarlas sistemáticamente a estos gobiernos: el resultado evitaría la simplificación de categorizaciones genéricas, de muy dudosa utilidad.

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