Pablo Mieres considera que la multiplicidad de problemas que afectan al MERCOSUR impide imaginar una evolución favorable a corto plazo. Efectivamente, para Mieres, las desavenencias internas entre los países miembros, o la paralización de las relaciones comerciales con la Unión Europea, impiden ser optimistas, pese a la reciente (y solemne) inauguración de un Parlamento regional.

EN LOS PRÓXIMOS DÍAS se reunirá el Consejo del Mercado Común del MERCOSUR, máxima instancia que reúne a los ministros de Economía y Asuntos Exteriores. Sin embargo, las expectativas sobre sus resultados son mínimas.

Los gobiernos de Uruguay y Paraguay anunciaron que reiterarán sus reclamos para que las asimetrías existentes entre los países que integran el acuerdo sean contempladas mediante la adopción de medidas que permitan compensar las notorias diferencias entre las economías más grandes y las de menor tamaño.

No obstante, nadie espera que los socios mayores del bloque den respuestas positivas a estos reclamos. Por un lado, el gobierno argentino se encuentra cada vez más ocupado en las instancias electorales que se producen este año en ese país; en pocos días se producirá la elección en Buenos Aires, y en octubre serán las elecciones presidenciales.

Por otro lado, el gobierno brasilero ha asumido una postura más activa en la esfera de sus relaciones internacionales, pero tampoco tiene su centro de atención en la búsqueda de respuestas a sus socios regionales. Brasil acaba de recibir una interesante propuesta para avanzar en negociaciones bilaterales con la Unión Europea, que podría convertirse en una prioridad para el desarrollo de sus relaciones comerciales.

LAS RELACIONES MERCOSUR-UE, CONGELADAS

Vale recordar que la iniciativa europea no incluye una negociación de bloque a bloque, sino que promueve el diálogo directo con Brasil. Si esta línea de negociación prosperara será una nueva señal de crisis en el ya cuestionado MERCOSUR.

En efecto, durante varios años el MERCOSUR y la Unión Europea buscaron avanzar en negociaciones bilaterales para firmar un acuerdo comercial. Ello hubiera representado la señal internacional de madurez política y comercial para el bloque; sin embargo, las negociaciones quedaron congeladas desde hace ya un par de años.

En esta nueva etapa, la Unión Europea parece tomar nota de las dificultades crecientes y propone un diálogo bilateral con la mayor de las economías de la región.

DESAVENENCIAS INTERNAS Y NUEVO PARLAMENTO

Por otra parte, hace poco más de dos meses el presidente Lula recibió a su homólogo estadounidense y avanzó en conversaciones orientadas a la exploración de acuerdos para la generación de energía con fuentes alternativas al petróleo, lo que generó la dura crítica del Presidente Chávez, novel integrante del bloque regional.

Además, debemos añadir la persistencia, en todo su alcance, del complejo conflicto que separa desde hace casi dos años a los gobiernos de Argentina y Uruguay. El conflicto de las papeleras no está cerca de su solución y se constituye en un obstáculo adicional que aumenta la sensación de crisis en la región.

En definitiva, una multiplicidad de problemas y desavenencias afectan al MERCOSUR y no permiten imaginar una evolución favorable a corto plazo.

Mientras tanto, como si se tratara de una reacción esquizoide, el MERCOSUR celebró, con más solemnidad que contenidos, la instalación de su Parlamento regional, que carecerá de funciones relevantes y que tendrá que convertirse en un espacio destinado a la multiplicación de discursos altisonantes y verborrágicos que no podrán ocultar la gravedad de la crisis. Así las cosas, la parálisis parece ser el escenario más esperable en los próximos tiempos.