Otro frente de desestabilización para Líbano
Ricardo Israel Z. cree poco probable otra guerra civil derivada de los últimos enfrentamientos entre el Ejército de Líbano y la guerrilla islamista de Fatah Al Islam. Tampoco parece factible un nuevo conflicto que arrastre a Siria o a Israel. Eso sí: la desestabilización en Líbano aumentará.
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Ricardo Israel Z. es Catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Chile. Tiene un Ph.D. y un Master en Ciencia Política por la Universidad de Essex y dirige el Centro Internacional para la Calidad de la Democracia y la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Autónoma de Chile. Preside el Comité de Fuerzas Armadas y Sociedad de la Asociación Mundial de Ciencia Política. Ha publicado decenas de libros y ensayos traducidos a varios idiomas y es conductor y comentarista de programas políticos e internacionales en Radio y TV de Chile.
EL ENFRENTAMIENTO DEL EJÉRCITO LIBANÉS con los militantes islamistas del grupo palestino Fatah Al Islam no es sólo la peor crisis desde la guerra entre Israel y Hezbolá y la más preocupante expresión de violencia interna desde el término de la guerra civil, sino que sobre todo un nuevo factor de desestabilización regional.
En efecto, a los muchos factores internos y externos se agrega ahora una presencia visible del grupo Al Qaeda.
La violencia empezó por algo menor como fue la búsqueda policial de asaltantes de bancos para terminar en un duelo entre el Estado y grupos militantes que ponen en cuestión la vigencia del acuerdo firmado hace 38 años, según el cual la seguridad de los campamentos de refugiados palestinos dependía de ellos y no de las Fuerzas Armadas libanesas. El tema no es menor ya que también involucra la vigencia de los Acuerdos de Taif.
CONTRA EL GOBIERNO DE SINIORA
Hasta este enfrentamiento, Líbano estaba políticamente concentrado en la supervivencia del gobierno del primer ministro Fuad Siniora y la confrontación entre los grupos anti y pro sirios ante la próxima elección de un nuevo presidente del país. Por cierto, Hezbolá sigue siendo un elemento clave, y el retiro de sus ministros dividió al país y al gobierno, aunque las tropas internacionales no han hecho mayor esfuerzo para desarmar sus milicias en el sur del país.
Como telón de fondo de esta crisis, estaba la convocatoria a un Tribunal Internacional para buscar y juzgar a los asesinos del ex primer ministro Rafie Hariri y si se va a responsabilizar o no a Siria, y desde, al menos, finales de 2006 se ha buscado la salida del poder de Siniora, en una alianza que va desde Hezbolá hasta el general cristiano Michel Aoun.
PELIGRO DE GUERRA CIVIL…
No hay que exagerar la batalla de Trípoli entre el Estado libanés y Fatah Al Islam, ya que independientemente del resultado, los verdaderos temas son los siguientes: en primer lugar, la capacidad del Estado libanés de funcionar con algún grado de control de su propio territorio; en segundo lugar, si estos incidentes van a precipitar o no un retorno a la guerra civil, y si como en tantas otras ocasiones, Líbano va a arrastrar a Israel, Siria y otros países, a un conflicto regional.
Al respecto habría que decir que en primer lugar, Fatah Al Islam ha encontrado poco apoyo, y aunque se extienda a otros campos de refugiados, en segundo lugar, no va a haber un verdadero enfrentamiento civil sin que Hezbolá participe de alguna forma. Por último, los países vecinos no parecen tener mayor interés en una escalada, ni Siria ni mucho menos Israel, tal como se encuentra con un liderazgo muy debilitado. Por lo demás, Irán y Arabia Saudita están manteniendo sus propias negociaciones directas con Irak en la mente y sobre todo, para reducir las posibilidades de una confrontación suní- chií en otros países, representando una novedad que las conversaciones no estén pasando a través de Siria.
LO LLAMATIVO DE LA CRISIS
Lo que sorprende de esta crisis es, en primer lugar, la pérdida de poder que muestra el liderazgo palestino, ya que no ha podido imponerse en los campamentos. Al respecto, el problema de fondo parece ser la falta de recursos después de la elección de Hamás, por lo que la Unión Europea como las monarquías del Golfo suspendieron su ayuda económica, lo que ha impedido que tanto la Autoridad Nacional Palestina (ANP) o Hamás puedan contar con el respaldo clientelista del que siempre gozó Arafat. En otras palabras, la falta de dinero ha contribuido a crear un vacío de poder.
Ese vacío de poder ha sido llenado por grupos militantes que encuentran su ejemplo en Al Qaeda. Y aunque no sean parte de la organización si se sienten representados por su ideología, con el agregado que el pequeño grupo de militantes que ha enfrentando al ejército libanés ha adquirido una experiencia considerable en la insurgencia iraquí.
Siria está también desconcertada, ya que aunque alguna vez esa dirigencia tuvo residencia y apoyo en Siria, su derivación hacia el islamismo llevó a que el gobierno baazista los viera como un peligro y condujo a que Damasco llevara a prisión a algunos de sus líderes.
En resumen, un Líbano fracturado y una situación internacional confusa ha llevado a la aparición de nuevos grupos y agendas. El resultado puede ser uno solo: aún mayor desestabilización del país, a no ser que la apuesta de utilizar al Ejército pague dividendos si los militantes islamistas encuentran poco apoyo.
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