India es ya todo un gigante asiático en lo económico, pero la superación no parece haber llegado a todos los ámbitos de este país repleto de contradicciones, donde el sistema de castas sigue siendo su columna vertebral y un volcán dormido.



(Desde Bangalore) DE VIAJE POR INDIA es sorprendente cómo el gigante asiático, con un crecimiento de más de 9 por ciento anuales del Producto Nacional Bruto, no parece cambiar. Sigue siendo similar, en apariencia, como hace un lustro: no hay impresionantes construcciones, ni torres que rivalizan con las de Petronas de Kuala Lumpur o Taipei 101 de Taiwan, ni la fiebre por una infraestructura galopante. Tampoco ha cambiado en su estructura social, la división en castas de la sociedad como lo ha demostrado el recién estallido en el Rajastán.

UN GIGANTE DE INGENTES CONTRADICCIONES
El país sigue siendo un océano de contrastes como su crecimiento espectacular, pero con sus 600 millones de seres que viven por debajo del nivel de pobreza.

Bangalore es probablemente la imagen de esta contradicción. Entrar en el campus de Infosys en las afuera de la Silicon Valley india, es dar un salto en el siglo XXI tanto por la excelencia de los edificios de la empresa como por su desarrollo tecnológico. Infosys se ha posicionado como una de las principales empresas de la tecnología de la información a nivel mundial con 70.000 trabajadores y una presencia en 60 países. Pero recorrer las calles de Bengalore es sentir el país profundo que no ha cambiado en la medida que la punta de lanza del crecimiento de la India, la Tecnología de la Información, creó 2 millones de empleos para una población de más de mil millones.

En Mumbai, la ex-Bombay, los mismos contrastes marcan la vida económica de la nación. La ciudad, que tienen el puerto más activo del país con 50 por ciento del comercio nacional, posee también la ciudad perdida más grande de Asia, Dharavi, que es un amontonamiento interminable de láminas, maderas y cualquier objeto que pueda servir para protegerse tanto del sol como de la intemperie, en la medida que no se pueden llamar casas.

La contradicción del país se encuentra también en la mala distribución de la riqueza, en todos los niveles. India tiene al quinto hombre más rico del mundo, el rey del acero, Mittal, pero 600 millones de pobres extremos. Inclusive entre los Estados, las diferencias son muy marcadas. Mientras que Karnakata con Bengalore y Mysore o Maharashtra con Mumbai, pueden mostrar un crecimiento de más de 10 por ciento del PNB con un ingreso cercano a los 2.000 dólares per capita, Jharkhand tiene un ingreso per cápita de solamente 358 dólares similar al promedio de la África sub-sahariana, con un crecimiento de apenas 3,4 por ciento anual.

DE LO MORAL A LO POLÍTICO-SOCIAL
Además de todas las contradicciones del país, el otro talón de Aquiles del gigante asiático es su sistema de castas.

Desde su independencia de la corona británica, India adoptó un sistema parlamentario que la ha convertido en la democracia más grande del mundo. A partir de 1947, no solo se eliminaron los títulos nobiliarios, con la consecuente confiscación de las riquezas de los príncipes, maharajás y otros dignatarios de la India tradicional, sino también se eliminó formalmente el sistema de las castas tan arraigado en la cultura nacional.

El sistema de las castas en India se compone de cuatro divisiones: los brahmines, los comerciantes, los guerreros y los intocables, pero la práctica ha ido creando más subdivisiones.

Inclusive el propio Mahatma Gandhi respaldó fuertemente la división del país en clases, en 1920, en su obra Young India, escribió: creo que las castas han salvado al hinduismo de la desintegración. Pero como cualquier otra institución, sufrió de las excrescencias. Considero que solamente las cuatro divisiones son fundamentales, naturales y esenciales. Las subdivisiones fueron a veces convenientes, pero en general una hidra. Lo más pronto se unan, lo mejor… Pero estoy completamente en contra de cualquier intento de destrucción de las divisiones fundamentales. Sin embargo, Gandhi condenó la intocabilidad como un odioso crimen contra la humanidad.

El escritor Anantha Murthy en su libro Samskara hace una clara distinción entre varna (o clase) pero en el sentido de una división funcional de la sociedad y jati u origen. Ideológicamente hablamos de varna, pero políticamente es sobre los jati. Desde hace milenios India ha estado basada en los que se enamoran de Dios y los que aman a la mujer, es decir los que han recibido la gracia divina y los comunes de los mortales. Pero está división espiritual que fue al origen de las castas, se ha convertido en una división social y política de dominación entre las castas.

MEDIO SIGLO DE INDEPENDENCIA
El reciente estallido en el Estado de Rajastán es una señal de la problemática dormida de las castas. Desde la independencia del país, se ha desarrollado el sistema de discriminación positiva otorgando cuotas a las castas más bajas para apoyarlas en su desarrollo. En Rajastán, la sub-casta de los Jat –con un 30 por ciento de la población del Estado– tiene desde hace décadas un control de 25 a 95 por ciento de los puestos dependiendo de los sectores.

Lo que se había elaborado como un sistema de promoción de los sectores más desprotegidos, se convirtió en un esquema de compra de votos. En 1999, el Bharatiya Janata Party (BJP) ofreció a otra subdivisión, los Meena que representan 14 por ciento de la población del Estado, 30 por ciento de los cargos lo que les permitió lograr una posición sólida en el gobierno local. Sin embargo, este favoritismo rompió con la igualdad tradicional entre los Meena y los Guyyars, conllevando a estos últimos a un levantamiento a finales del mes de mayo pasado que bloqueó todos los accesos entre Nueva Delhi y la capital estatal, inclusive entre Jaipur y Agra, sede de una de las principales maravilla del mundo moderno, el Taj Mahal.

La problemática de Rajastán, por el momento controlada con la promesa de una cuota de discriminación positiva, es sintomático de la persistencia del problema de las castas que después de medio siglo de independencia del país y de su supresión formal, sigue siendo la columna vertebral de la sociedad india y un volcán dormido.