Por qué India y Pakistán rivalizan por Afganistán
El complejo e histórico enfrentamiento se traslada a Kabul
India y Pakistán, enfrentadas durante seis décadas por sus rivalidades políticas, han encontrado en el conflicto que desangra Afganistán un nuevo ámbito de confrontación. A pesar de los esfuerzos para impulsar un proceso de paz entre los dos Estados, sus intereses vuelven a chocar en el país centroasiático.
DOS ESTRATEGIAS: EL SOFT Y EL HARD POWER
Desde la caída del régimen taliban en 2001, India ha intensificado su colaboración con el nuevo gobierno afgano a través del comercio, la cooperación a la reconstrucción (ha comprometido unos 750 millones de dólares) y las relaciones técnicas y culturales. Las becas de estudios a ciudadanos afganos en universidades indias y las populares películas de Bollywood son una muestra del soft power desplegado en Afganistán.
«La tradicional hostilidad entre Islamabad y Nueva Delhi, la proximidad del gigante indio y la disparidad de fuerzas militares han alimentado el temor de Pakistán a un ataque desde el país vecino» Pakistán, por su parte, ha desempeñado un papel mucho más ambiguo y ciertamente más próximo al hard power, oscilando entre la colaboración en la guerra contra el terrorismo y la pasividad frente a los miembros del régimen taliban, a los que apoyó en su ascenso y victoria durante la guerra civil en la pasada década. Según indican numerosos informes, desde su huída de Afganistán, la cúpula talibán y los líderes de Al Qaeda tomaron refugio en territorio pakistaní, desde donde han logrado reconstruir sus estructuras y organizar una insurgencia difícil de derrotar mientras dispongan de un santuario seguro.
DILEMAS EXISTENCIALES
Desde la independencia del Imperio Británico, hace ya seis décadas, Pakistán ha percibido que su propia existencia como Estado se hallaba amenazada. La tradicional hostilidad entre Islamabad y Nueva Delhi, la proximidad del gigante indio y la disparidad de fuerzas militares han alimentado el temor de Pakistán a un ataque desde el país vecino. Este peligro ha determinado, en buena medida, la política interna y externa de Pakistán. Ante una posición de desventaja militar, los sucesivos gobiernos pakistaníes han recurrido, en mayor o menor medida, al empleo de tácticas asimétricas, por ejemplo, a través del apoyo a grupos responsables de actos terroristas en Cachemira.
«Es necesario integrar a India y a otros actores de la región como Irán en los foros de discusión a fin de ayudar a desbloquear la situación» La amplia red de consulados fundados por India en Afganistán en la fase post-talibán levantan suspicacias, al menos bajo la mirada inquieta de Islamabad, que le acusa de acoger en sus legaciones diplomáticas un entramado de espionaje dirigido a agitar las reivindicaciones separatistas de las comunidades pastún y baluchi.
Pakistán ha intentado difuminar este peligro mediante la utilización política de grupos islámicos extremistas, aunque con resultados más que dudosos. Sin embargo, aunque las políticas empleadas por Islamabad presentan numerosas zonas oscuras, es necesario reconocer la legitimidad de sus intereses y preocupaciones respecto a Afganistán e India.
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