El bilateralismo se ha ido imponiendo en el seno del Mercosur, con la existencia de dos países de clase A (Argentina y Brasil) que deciden, y dos países clase B (Uruguay y Paraguay) que acatan órdenes de los primeros. Según el autor, los integrantes del bloque deberían mirar hacia la Unión Europea y repasar su camino, basado en la solidaridad, hacia la integración, pues sólo así se alcanzará la solidez necesaria para obtener resultados positivos a largo plazo.

(Desde Montevideo) LA REUNIÓN ENTRE LA PRESIDENTA ELECTA DE ARGENTINA, Cristina Fernández de Kirchner, y el presidente de Brasil, Lula Da Silva, ocurrida hace pocas semanas, marca un punto de inflexión en la historia del Mercosur. Después de un tiempo en el que por la vía de los hechos, el bloque regional funcionaba bajo la lógica de los acuerdos bilaterales entre los dos países más grandes, ahora se oficializa que ambos países mantendrán una secuencia permanente de reuniones bilaterales con el objetivo de ir definiendo la orientación y las políticas del bloque regional.

«Paraguay y Uruguay han expresado reiteradamente sus protestas y han reclamado la adopción de decisiones que tomen en cuenta las asimetrías existentes entre las economías del bloque, reivindicando que la justicia supone tratar en forma distinta a quienes son distintos»

Se ha oficializado el bilateralismo en el Mercosur, hay dos países clase A que toman las decisiones y dos países clase B que deben acatar lo que los primeros definan.

En definitiva, se ha regresado a la época previa al Tratado de Asunción, en la que Argentina y Brasil a través de los acuerdos del PEC y del CAUCE iban avanzando en su integración bilateral, mientras Uruguay y Paraguay seguían de atrás dicho proceso, procurando adherirse, como furgón de cola, a estos entendimientos.

Esta dinámica se modificó drásticamente con la firma del Tratado de Asunción y, aunque en la corta historia del Mercosur se han registrado momentos en los que las economías mayores tomaron decisiones inconsultas con respecto a sus socios menores, el saldo desde 1991 hasta 1999, había sido claramente favorable a la configuración de un auténtico bloque regional.

En coincidencia con la salida de la profunda crisis que se vivió en el período 2001-2003, la dinámica del bloque ha cambiado y las decisiones se han ido concentrando en acuerdos previos informales adoptados por Argentina y Brasil que luego se legitiman en el seno de los organismos regionales. Paraguay y Uruguay han expresado reiteradamente sus protestas y han reclamado la adopción de decisiones que tomen en cuenta las asimetrías existentes entre las economías del bloque, avanzando en decisiones que profundicen la integración entre desiguales y reivindicando que la justicia supone tratar en forma distinta a quienes son distintos.

Sin embargo, Argentina y Brasil han ignorado estos reclamos y han continuado desarrollando su estrategia bilateral. Esta reunión, con su consiguiente anuncio, es el punto culminante del curso de acción emprendido.

LAS VENTAJAS PARA LOS SOCIOS MAYORES

Parece razonable pensar que para Argentina el bilateralismo es el camino que le permite evitar la consolidación de un escenario peor, que sería el unilateralismo brasilero, siempre en ciernes y con posibilidades de desarrollarse. Por otra parte, el descubrimiento de las inmensas fuentes de energía en Brasil es un factor que potencia la capacidad de decisión unilateral de este país; en tal sentido afianzar el bilateralismo podría ser una estrategia correcta para los intereses argentinos.

«El problema no es la racionalidad de la opción propia de cada uno de los dos países. El problema es la puesta en riesgo del proyecto regional»

Por otra parte, el fuerte deterioro de las relaciones entre Argentina y Uruguay debe haber agregado un componente no decisivo, pero adicional, en la opción argentina por el bilateralismo, señalando de esta forma su capacidad de impacto sobre su actual adversario.

Desde el punto de vista de Brasil, la estrategia de acordar con Argentina permite, sin mayores compromisos, impulsar su propia estrategia con la compañía del único socio del bloque que podría cuestionar con cierta ocasión su camino propio.

Como Argentina ha salido claramente debilitada de su fulminante crisis de 2002 y continúa con problemas de credibilidad en el mundo, para Brasil los acuerdos bilaterales con aquel país no comprometen su camino propio, aunque tenga que hacer algunas concesiones. A cambio de ello, se asegura que Argentina no cuestione la opción brasilera y no opte por constituir u acuerdo común con los dos socios menores del bloque para contrabalancear a Brasil.

MIRAR A EUROPA

«los proyectos regionales exitosos son aquellos que miran lejos y no se pierden en la búsqueda de los resultados inmediatos«

El problema, entonces, no es la racionalidad de la opción propia de cada uno de los dos países. El problema es la puesta en riesgo del proyecto regional.

En efecto, si por un momento los países del Cono Sur miraran a Europa y repasaran el camino de construcción de la integración en el viejo continente, advertirían fácilmente que la construcción europea desde la antigua Comunidad Económica Europea (CEE) se llevó adelante sobre la base de que los países con las economías más fuertes otorgaban espacios y oportunidades a los países de economías más débiles porque, mirando el largo plazo, sabían que la construcción sólida de un bloque regional traería resultados más positivos para todos.

Los líderes de Alemania y Francia en los viejos años cincuenta supieron que el éxito del proceso de integración dependía de otorgar lugares, poderes y ventajas a los socios pequeños del bloque, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Y no fue porque las economías de aquellos países ya tuvieran el nivel de florecimiento que hoy ostentan, por el contrario estaban avanzando en una fuerte reconstrucción luego de una guerra horrenda que había dejado las peores secuelas.

Pero los proyectos regionales exitosos son aquellos que miran lejos y no se pierden en la búsqueda de los resultados inmediatos. Parece que los países líderes del Mercosur han olvidado esta enseñanza.