sarkogadafi.jpgA la opinión pública general, así como a los líderes mundiales, el presidente libio Muammar Gaddafi podrá gustar más o menos, pero desde luego no pasa inadvertido, tal y como ha sucedido en su reciente visita a España, Francia y Portugal. El autor repasa la vida de este particular dictador, defensor de la unidad africana, al tiempo que critica la doble moral de Occidente que invierte y apoya a dictaduras que nadan en petrodólares.

(Desde Lisboa y Madrid) LA VISITA DEL LÍDER LIBIO MUAMMAR GADDAFI a Francia, España y Portugal hace algunas semanas, lejos de pasar desapercibida, ha tenido una gran notoriedad, a pesar de que el gobierno español haya preferido restarle importancia.

Gaddafi estuvo en la Universidad de Lisboa, donde presentó dos de sus libros, entre ellos el libro verde, que, por cierto, ya es un clásico. “Mientras Bongo se convirtió al Islam para entrar en la OPEP, Gaddafi evolucionó hacia un panafricanismo, siendo clave en la política no estética de la UA”A pesar de los enormes titulares sobre el viaje, poco se sabe de este carismático y peculiar líder nacido en Libia, que lleva siempre en sus desplazamientos una haima y un servicio de seguridad compuesto exclusivamente por personal femenino.

Licenciado en Derecho a los 21 años, y fuertemente influenciado desde muy joven por las ideas de Gamal Abdel Nasser y Kwame Nkrumah, fundó la Unión de Militares Libres en 1966, la cual destronó, 3 años después de su creación, a la monarquía probritánica.

El líder libio ha intentado siempre articular políticamente al Tercer Mundo, primero con una unión entre Egipto y Siria, y posteriormente apoyando la unión del continente africano.

GUERRA FRíA

Antes de Chávez, Sadam o Mugabe, en la década de los ochenta, Gaddafi fue la oveja negra de la denominada comunidad internacional. Aquellos años estuvieron marcados por la lucha al imperialismo occidental y, como reconoció el propio Nelson Mandela en su autobiografía, Gaddafi brindó un apoyo impagable a organizaciones como FRELIMO de Samora Machel, SWAPO de Sam Nujoma, CNA de Nelson Mandela y Walter Sizulu, PAC de Robert Sobukwe o el mismismo ZANU-TANU de Mugabe y Nkomo.

Todos constituyeron grupos luchadores contra el apartheid sudafricano, promovido por gobiernos fuertemente aliados durante la guerra fría, de Europa y, especialmente de Estados Unidos, cuyo gobierno acusó a Gaddafi, entre otras cosas, de almacenar armas de destrucción masiva, apodándolo el Don Vito Corleone del Terrorismo internacional, lo que le costó en 1986, y sin resolución previa del Consejo de Seguridad de la ONU, un bombardeo con misiles Patriot que costó la vida a miles de civiles, entre ellos la propia hija de Gaddafi, Jana.

TRANSICIÓN Y REPARACIÓN

“Libia ha mantenido una estética y estrategia inteligente, en términos de la Real Politik. Desde el rechazo total al terrorismo, hasta la apertura a las grandes inversiones” Mientras Bongo se convirtió al Islam para entrar en la OPEP cambiándose de nombre, Gaddaffi evolucionó hacia un panafricanismo, siendo un actor clave en la evolución de la política no estética de la Unión Africana (UA), así como en las posiciones de dignidad que algunos lideres africanos exhibieron en las negociaciones bilaterales respecto al comercio en la pasada cumbre de Lisboa.

La política exterior del régimen libio en los últimos años ha apostado seriamente, y con muchas dificultades. Mientras el gobierno libio abrió el debate de la reparación indemnizando a las de familias víctimas del atentado de Lockerby, la comunidad internacional jamás exigió a Mobutu Sese Seko indemnizar a las familias del boeing de Zaire airlines procedente de Bruselas, que tras hacer escala en Trípoli sufrió un bombardeo ordenado por Mobutu sólo para eliminar a su ex primer ministro, Nguza Kali Bone, convertido en opositor en 1992. Como ése, otros sucesos similares, los cuales no han venido acompañados de una condena internacional.

REAL POLITIK

Libia ha mantenido una estética y estrategia inteligente, en términos de la Real Politik. Desde el rechazo total al terrorismo, hasta la apertura a las grandes inversiones, que se refleja en que tanto China como la Unión Europea llamen a su puerta.

“Previo consentimiento de Condoleezza Rice, se recoció los esfuerzos de Libia por poner fin al aislamiento y retornar a la comunidad internacional” Libia encabeza la lucha contra el terrorismo rompiendo con los ideólogos de la perversa línea wahhabita del Islam, que da soporte teórico al terrorismo internacional, y cuya máxima expresión la hallamos en Arabia Saudí. Casualmente, no proceden así Estados Unidos y la Unión Europea, para quienes Arabia Saudí sigue siendo su gran aliado. A su presencia y orientación hacia África se le debe gran parte del éxito de la resurrección del moribundo club de dictadores (como denominó Thomas Sankara a la OUA, que ha evolucionado hacia la Unión Africana actual).

Los Estados Unidos de África es el gran sueño de Gaddafi. Con su énfasis sobre las reparaciones por el colonialismo, Libia ha contribuido a ampliar las limitadas visiones sobre la unidad africana siempre tan amenazada por la francofonía, la lusofonía, la Commonwealth y la Liga Árabe.

LAS REVERENCIAS DE JOSEP PIQUÉ

Durante el gobierno de José María Aznar, la opinión pública se estuvo mofando de las famosas reverencias del entonces ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, al ex secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, en la escalinata del aeropuerto madrileño de Barajas. Lejos de ser una actitud de sumisión total, encarnaba y escondía un interés que iba más allá del perejil del ex ministro de Defensa español, Federico Trillo.

Previo consentimiento de la secretaria de Estado de Estados Unidos Condoleezza Rice, se reconocieron los esfuerzos de Libia por poner fin al aislamiento y retornar a la comunidad internacional. Aunque nadie lo dijo, con ello también se reconocía, una vez más, el fracaso de Occidente en su intento de utilizar a la opinión pública para aislar a un régimen africano popular, o lo que la Administración Bush bautizó como los Estado gamberros, mientras que por debajo de la mesa y fuera de micrófono se firmaban suculentos contratos por valor de 12.000 mil millones de euros en infraestructuras que Libia ponía en marcha, cerrando contratos en materia de defensa y aeronáutica por valor de 2.000 millones de euros, así como oportunidades de inversiones mutuas en el sector energético por valor de casi 3.500 millones de euros.

Gaddafi encandiló con su magia africana no sólo a las multinacionales del petróleo y el gas español, también a políticos como Miguel Ángel Moratinos, José Luis Rodríguez Zapatero o Gustavo de Arístegui, e incluso a otras figuras tales como la ex de Sarkozy. Tanto que Zapatero transmitió a la delegación Libia su interés en impulsar la colaboración económica, en especial en materia de infraestructuras, telecomunicaciones, turismo y gestión del agua.

Así es la magia africana. Cayendo a sus pies el mismísimo guitarrista del Trío de las Azores, con quien cenó en Sevilla. Gaddafi no es, por tanto, un superviviente de los bombardeos, sino de la política que ha sobrevivido a Reagan, Thatcher, Mobutu, Arafat, Breznev, Rabin, a la CIA y a James Bond, a las armas de destrucción masiva, a la Corte Internacional de Justicia. Como dijo el hombre más valorado de todos los tiempos en la Portugal democrática, un genocida llamado Salazar, la paz y la guerra nunca se declaran, se tratan, pues nunca se saben.

DE MAO TSE-TUNG A MASSIMO DUTTI

Y esto, ante las masas africanas, le hace mucho más creíble que el resto de los dirigentes nuevos ricos negros del multipartidismo, como los denominó Fela Kuti. “Francia, durante el caso de los niños de Chad, logró que los presuntos criminales fueran presentados ante la opinión pública internacional como víctimas, en un acto de prepotencia sólo explicable cuando se trata de las relaciones entre la Unión Europea y la Unión Africana”. Dirigentes de la era post Mandela, quienes tras la caída de Mobutu, Savimbi y Garang, pasaron del abacos maoísta (un tipo de vestimenta tradicional africana) a los trajes de Christian Dior, Dolce & Gabbana, Chanel y Massimo Dutti, y a las operaciones estéticas de cien mil euros la media hora como la que se hizo la primera dama de Nigeria en la Marbella de Julián Muñoz.

Salvando las distancias, Mugabe, Gaddafi, y en cierta medida, Obiang, a pesar de su petróleo y de la animadversión que le manifiesta la opinión publica cada vez de viajan a España, éstos si son interlocutores para Occidente, y a diferencia de los Idriss Déby y compañía, no reciben ordenes del amo.

La diferencia es que en Trípoli y Harare nunca hay cortes de luz, y sus ministros se someten a intervenciones quirúrgicas en hospitales de Bulawo; no se puede decir lo mismo de la ex colonia española.

NO ES LO MISMO GATO QUE LIEBRE

El corresponsal de la cadena norteamericana FOX en Lisboa no daba crédito en su crónica: incomprensiblemente, a pesar de las miles de denuncias por violación de derechos humanos contra el dictador más antiguo de África, he visto su foto en el gueto de Amadora y he sido testigo de cómo ha sido ovacionado por miles de inmigrantes a su paso por la plaza de Vasco de Gama.

“No es lo mismo que las muertes acontecidas tras las vallas de Ceuta y Melilla sean de libios que cameruneses o senegaleses. Otro gallo cantaría si Miwa, Ndomble, Lucrecia Pérez o Fonseca fuesen libios” Nuestro colega del canal FOX debería saber que Gaddafi no es el líder africano más antiguo en el poder, ese honor es del presidente El Hadj Omar Bongo Ondimba, de Gabón, cuyas enormes imágenes empapelaban, previo pago al ayuntamiento, el centro chic de Lisboa.

Bongo fue siempre un tío Tom de la Unión Europea. Sin embargo, el Gobierno libio, con muchos y grandes errores, nunca fue un tío Tom de nadie, siquiera de la antigua URSS. Breznev dijo de él que era demasiado independiente cuando se opuso a la invasión de Afganistán por las tropas soviéticas.

Libia ejerce su soberanía tomando sus propias decisiones en materia de política exterior e hidrocarburos; mientras, en el patio trasero, Francia, durante el caso de los niños de Chad, logró que los presuntos criminales fueran presentados ante la opinión pública internacional como víctimas, en un acto de prepotencia sólo explicable cuando se trata de las relaciones entre la Unión Europea y la Unión Africana. Esto no sólo enfureció a la ciudadanía africana, sino que demostró que, a diferencia de Libia, el tío Tom ha renunciado vergonzosamente a la responsabilidad que conlleva la asunción y el ejercicio de la soberanía, que es la esencia y la antitesis del neocolonialismo.

AUNQUE DICTADORES, NO TODOS SON BUFONES

Por eso, no es lo mismo que las muertes acontecidas tras las vallas de Ceuta y Melilla sean de libios que cameruneses o senegaleses. Otro gallo cantaría si Miwa, Ndomble, Lucrecia Pérez o Fonseca fuesen libios. Por más dinero que destinen a la industria de la beneficencia, no es lo mismo Rudd Gullit, Mohamed Ali, Anelka, John Carlos, Adbul-Jabbar, o Eto’o, que Ronaldinho, Jordan, Venus Williams, Maturana, Hamilton o Beckham.

En efecto, como el resto de dirigentes africanos amigos de Occidente (Idriss Déby, Blaise Compaore, Biya, Kabila, Obiang y Gaddafi…) que, objetivamente, dirigen dictaduras que nadan en petrodólares. Pero no son iguales ni son lo mismo, ni siquiera comparables, si queremos, para evitar el ridículo.

Por tanto, para una mejor apreciación del proceso histórico que está acaeciendo gracias a la Real Politik internacional española y francesa, cabría no aplicar un reduccionismo, simplista y eurocentrista, que raya el ridículo en tertulias y editoriales con la caracterización, aunque sea burlesca, de todos los líderes africanos, porque aunque sean dictadores, no todos son bufones.