Por qué Israel debe ser una Nación civil para todos sus habitantes
La separación entre Estado y religión, 60 años después
A 60 años de su creación, el autor de este análisis cree que es fundamental que el Estado de Israel se autodefina como una nación civil, en la que todas sus grupos y todos sus ciudadanos (judíos seculares u ortodoxos, árabes, cristianos, drusos u otros) sean leales a un orden secular regulado en el que disfruten de derechos civiles, democráticos e igualitarios.
(Desde Tel Aviv) DURANTE EL SIGLO XX, y probablemente antes, hubo muchos judíos que soñaron y que creyeron en su derecho, y con esperanza, en ser parte del establecimiento de un Estado judío. Al mismo tiempo, hubo muchos palestinos árabes que veían la llegada de judíos como un mal sueño del que uno desea despertarse rápido para ver que era precisamente eso, sólo un sueño. Pero ninguna de los dos hechos sucedieron en su plenitud, y en estos momentos los habitantes y los líderes de ambas partes del conflicto empiezan a preguntarse cómo van a vivir juntos las próximas generaciones.
“Miembros de varios grupos étnicos y culturales que residen en este país estarían de acuerdo en afirmar que la vida en Israel no es nada fácil” Al ignorar haber diferenciaciones por el Estado a las minorías no judías, muchos de los judíos israelíes prefieren ver a Israel como un Estado judío antes que un Estado para todos sus habitantes y gobernado como tal. La controversia ha tenido grandes implicaciones y demuestra asimismo cuán grande es la brecha que existe entre los judíos seculares y los ultraortodoxos viviendo en Israel.
De acuerdo a la forma en que Israel ha sido gobernada en las últimas generaciones, ha quedado en evidencia que hay una contradicción en el uso de la frase un Estado judío y democrático. Parte de esto puede ser explicado por las prioridades que han tenido los distintos gobiernos israelíes, que se han sentido cómodos al introducir legislaciones y reglas administrativas para los segmentos de población judías. Este hecho se ha traducido en una triste reducción de la democracia israelí.
Aplicar la definición de Estado judío tiene mucho significado, lo mismo que la frase una Nación para todos sus habitantes (sería preferible hablar de un Estado en el que existe una igualdad total entre ciudadanos). Ambas tienen que ver con un énfasis en las intenciones e implican prioridades, pero hay una diferencia considerable entre las dos. Obviamente, tienen que ver con un país con una mayoría judía, pero está claro que no se trata de una sociedad homogénea.
A continuación, voy a examinar estas cuestiones.
INVIABILIDAD DEMOGRÁFICA
Miembros de varios grupos étnicos y culturales que residen en este país estarían de acuerdo en afirmar que la vida en Israel no es nada fácil. Muchos que buscan el Bien se enfrentan al Mal. “Los ciudadanos de Israel pertenecen a distintos grupos, con diferenciaciones en sus orígenes y culturas. La mayoría son judíos, pero las divisiones, el cinismo y la hostilidad entre los diversos grupos de judíos es mayor de aquello que les une” La mayoría desea la paz, pero han pasado ya 60 años y la paz no parece estar a la vista. Un número importante de israelíes sueñan y sostienen que Israel debe ser un Estado judío, pero la composición actual del país refleja que Israel ya no puede seguir siendo un Estado judío, pues, simplemente, se trata de un deseo inviable.
Los cálculos demográficos demuestran que, mientras el tiempo pasa, las probabilidades de desarrollar un Estado judío disminuyen. El porcentaje de judíos viviendo en Israel irá reduciéndose lentamente. Hoy, cerca de un cuarto de la población es árabe o pertenece a una minoría no judía. Se calcula que a mediados del siglo XXI será un tercio de la población. Además, el número de árabes, cristianos e hijos de los haredim (judíos ortodoxos) que pasarán a formar parte de este tercio será mayor que el grupo de los seculares.
Los que viven en Israel son ciudadanos que pertenecen a distintos grupos, con diferenciaciones en sus orígenes y culturas. “Las diferentes culturas entre los grupos que existen en Israel pueden ser identificadas en función de su diseminación y ubicación geográfica en regiones y municipalidades” Es cierto de que la mayoría son judíos, pero las divisiones, el cinismo y la hostilidad entre los diversos grupos de judíos es mayor de aquello que les une. Sí, todos pertenecen a una religión, pero existen grandes diferencias de valores y de prioridades. Resulta poco claro cómo se autodefinen como sionistas. Lo cierto es que un gran porcentaje de haredim y otros no se definen como sionistas.
Entre los haredim ultrarreligiosos, una parte no se identifican con ningún tipo de anatema nacional, ni cantan el hatikva (el himno israelí). Muchos de ellos no reconocen la bandera de Israel. Cuando suenan las sirenas en el Día de la Memoria (por los caídos de en las guerras de Israel) continúan haciendo sus cosas, ignorando a todos, y no les permiten a sus hijos e hijas servir en el Ejército ni en ningún otro servicio nacional.
JUNTOS… PERO NO REVUELTOS
Es aún muy pronto para evaluar el impacto de la integración de aquéllos que han inmigrado a Israel desde los países de la Unión Soviética, pero causa impacto ver que algunos de los más activos han transformado su discurso en un nacionalismo con elementos de distinción racial; o los etíopes, y ver hasta qué punto estos inmigrantes se identifican con los valores básicos del Estado.
Existen además brechas entre el 20 por ciento de musulmanes, beduinos cristianos y drusos árabes. Además de esto, están los cientos de miles de cristianos que emigraron desde la Unión Soviética, que una parte del establishment israelí está buscando convertirles (aunque no está claro si ellos así lo quieren).
“Es obvio que la separación entre religión y Estado supone un principio básico y esencial para la conducción de una sociedad libre. Ignorar esta cuestión tiene un impacto negativo sobre la religión, el Estado, la libertad y la sociedad” Las diferentes culturas entre los grupos que existen en Israel pueden ser identificadas en función de su diseminación y ubicación geográfica en regiones y municipalidades. Por ejemplo, los seculares evitan barrios haredim como Bnei Barak, muchos barrios en Jerusalem o Safed. Otro ejemplo es hasta qué punto los judíos seculares tratan de diferenciarse de los judíos ultra ortodoxos está en la región de la Galilea, donde viven varios cientos de miles de árabes.
En pasadas generaciones cerca de 100 mil judíos (incluyendo un número pequeño de haredim) se asentaron en la región. Siguiendo la tendencia de muchos judíos de instalarse en Galilea, existe una tendencia entre los árabes a asentarse allí, en ciudades consideradas hasta hace poco como desarrolladas como Nazareth, Carmiel, Maalot y Naharia. Hay un nivel razonable de vínculo social y de integración económica entre los distintos grupos y un fortalecimiento del mismo.
Cuando uno de los residentes de Carmiel o de un barrio judío cercano es preguntado si se mudaría al Centro de Galilea si, pese a los muchos árabes que allí viven, hubiese un número creciente de haredim, la respuesta inevitable sería que, con tales circunstancias, nunca consideraría construir su casa en ese barrio.
RECONOCIMIENTO DE LOS DERECHOS
Se cree que la decisión de posponer la discusión o legislar la separación entre religión y Estado vino de David Ben Gurion en 1948. Los primeros ministros que le sucedieron prefirieron, claramente, no debatir el asunto. Resulta imposible calcular el daño derivado de esta dilación. En las democracias occidentales es obvio que la separación entre religión y Estado supone un principio básico y esencial para la conducción de una sociedad libre. E ignorar esta cuestión tiene un impacto negativo sobre la religión, sobre el Estado, sobre la libertad y sobre la sociedad.
“Es comprensible que en un país compuesto por tribus y minorías afiliadas a diferentes religiones, éstos tengan necesidades y derechos que precisan ser reconocidos” Se desconoce si está claro para quienes creen en el Estado judío cómo, aplicando el término, se puede dificultar un Israel democrático en el que se pueda esperar que el Estado mantenga una ley equitativa para todos sus ciudadanos. Tampoco se sabe si aquéllos que exigen que Israel sea un Estado judío están familiarizados con la advertencia expresada por Avrum Burg, quien escribió que sostener que, bajo todas las circunstancias, el Estado será judío es el primer paso hacia el Estado de Israel de la Halajá (publicado en el diario israelí Ha’aretz). La primera interpretación del término Estado judío es religiosa, y no hay duda de que los líderes ultra religiosos hicieron, hacen y harán todo lo posible por convertir a Israel en un Estado de la Halajá. Compresiblemente, este hecho no es aceptado por muchos de los judíos seculares, como tampoco lo es, obviamente, por árabes y otras minorías.
La Declaración de Independencia de Israel reconoce tanto el Estado judío, como la igualdad plena de todos sus ciudadanos dado que viven en un Estado democrático. “El concepto de Estado democrático judío es un oxímoron. Resulta imposible conducir una administración equitativa en la que una comunidad étnica disfruta de unos privilegios los cuales carece el resto de comunidades que integran la sociedad” En consecuencia, la Declaración estableció que El Estado de Israel… promoverá el desarrollo del país en beneficio de todos sus habitantes, se basará en la libertad, justicia y paz tal y como estaba previsto por los profetas de Israel, asegurará la igualdad completa de los derechos políticos y sociales a todos sus habitantes independientemente de la religión, raza o sexo, garantizará la libertad de religión, conciencia, lengua, educación y cultura… Por el bien de Israel como Estado democrático e igualitario es esencial que el derecho de los judíos a mantener una patria nacional asegure, cuanto menos, la continuidad de la “Ley de Retorno”.
De ahí la importancia de que todas las leyes civiles y económicas sean aplicadas de forma igualitaria al conjunto de los ciudadanos. Es comprensible que en un país compuesto por minorías afiliadas a diferentes religiones, éstos tengan necesidades y derechos que precisan ser reconocidos. En relación a sus derechos individuales, cuando la minoría árabe pide ser también reconocida (junto a la mayoría nacional judía) como una minoría nacional con sus correspondientes derechos, su punto de vista debería ser tratado con respeto. En tanto que no afecte a los derechos de sus vecinos, los de las minorías deberían ser considerados y apoyados por el Estado.
ESTADO DEMOCRÁTICO JUDÍO
Lo que resulta evidente hoy día es que ni el Knéset (Parlamento israelí) ni el Gobierno dan prioridad a los conceptos firmemente enraizados en la mejora del Estado judío como sociedad equitativa para todos sus ciudadanos. Sólo muestran un mínimo respeto hacia las exigencias básicas que aseguran un nivel de democracia que garantizaría la igualdad plena reclamada para todos sus ciudadanos. En este sentido, el concepto de Estado democrático judío es un oxímoron. Resulta imposible conducir una administración equitativa en la que una comunidad étnica disfruta de unos privilegios los cuales carece el resto de comunidades que integran la sociedad.
Israel no es ni puede ser una nación étnica. Es fundamental que se convenza y se autodefina como una nación civil, en la que todas sus grupos y todos sus ciudadanos sean leales a un orden dirigente secular regulado mediante el acuerdo para convenir en derechos civiles, democráticos e igualitarios.
Publicado por:
Rafael V. Rabinovich
fecha: 11 | 01 | 2008
hora: 4:04 am
Link permanente
בס״ד
Este tipo de mentalidad no esta poniendo en peligro mortal. Israel es, por su nombre, definición, e historia, el Estado Judío. Los enemigos de Israel como tal han librado una batalla en varios frentes. Estamos tan ciegos a esto que solo vemos el frente militar, y creemos que hacienda la «paz» en este ganaremos la batalla.
Falso.
Si no contemplamos todos los frentes de batalla, vamos a perder completamente en todos.
En el frente demográfico, los árabes son cada día más. Los musulmanes tienen múltiples mujeres y muchos hijos con nada una. Su población crece a pasos agigantados, y bien podría pasarnos lo que le paso a la población cristiana del Líbano: nos llegaríamos a convertir en una minoría en nuestro propio país, y como nuevos señores del país, los árabes no respetarían ningún acuerdo previo.
En el frente de identidad: sin identidad judía, los judíos dejamos de serlo. Lo que Hitler no pudo hacer con Auschwitz y Treblinka lo estaríamos haciendo nosotros con el oblivio de nuestra identidad judía. Sin un Israel judío, sin educación judía, sin identidad judía, la “democracia” no nos va a salvar.
En el frente moral, el intentar una igualdad imposible nos va a sentar en la más profunda frustración. No necesitamos una generación más de “hasbará” para “explicarle” al mundo como los árabes son atrasados, como no se adaptan a nuestro modernismo, y como no comparten nuestros ideales “occidentales”. Es hora de darnos cuenta de cómo son las cosas, y de reclamarnos a nosotros mismos una realidad que no podemos escapar.
El judío es judío, y por lo tanto Israel es judío, de los judíos, y para los judíos.
Para un árabe, no va a haber un “Hatikva” cantado con “nefesh yehudi omia”. No va a haber aliá, sino “derecho de retorno árabe”.
Y todo esto sin mencionar el frente militar. Que una vez que estemos debilitados y destruidos por adentro, los árabes del “nuevo estado árabe palestino” no van a dudar en atacarnos militarmente, con la confianza que esa vez, si, nos van a derrotar. Esto es ya una posibilidad real, con el desmoronamiento de nuestra moral en el fracaso de la más reciente guerra en el Líbano.
En resumen: Israel necesita ser verdaderamente un Estado Judío, no un “estado de todos sus ciudadanos”. A la luz de los expuesto arriba, quien afirme lo contrario no ama a Israel ni se interesa en nuestra supervivencia.
Publicado por:
Rafael V. Rabinovich
fecha: 11 | 01 | 2008
hora: 5:39 am
Link permanente
בס״ד
Este tipo de mentalidad nos está poniendo en peligro mortal. Israel es, por su nombre, definición, e historia, el Estado Judío. Los enemigos de Israel como tal han librado una batalla en varios frentes. Estamos tan ciegos a esto que solo vemos el frente militar, y creemos que hacienda la “paz” en este ganaremos la batalla.
Falso.
Si no contemplamos todos los frentes de batalla, vamos a perder completamente en todos.
En el frente demográfico, los árabes son cada día más. Los musulmanes tienen múltiples mujeres y muchos hijos con nada una. Su población crece a pasos agigantados, y bien podría pasarnos lo que le paso a la población cristiana del Líbano: nos llegaríamos a convertir en una minoría en nuestro propio país, y como nuevos señores del país, los árabes no respetarían ningún acuerdo previo.
En el frente de identidad: sin identidad judía, los judíos dejamos de serlo. Lo que Hitler no pudo hacer con Auschwitz y Treblinka lo estaríamos haciendo nosotros con el oblivio de nuestra identidad judía. Sin un Israel judío, sin educación judía, sin identidad judía, la “democracia” no nos va a salvar.
En el frente moral, el intentar una igualdad imposible nos va a sentar en la más profunda frustración. No necesitamos una generación más de “hasbará” para “explicarle” al mundo como los árabes son atrasados, como no se adaptan a nuestro modernismo, y como no comparten nuestros ideales “occidentales”. Es hora de darnos cuenta de cómo son las cosas, y de reclamarnos a nosotros mismos una realidad que no podemos escapar.
El judío es judío, y por lo tanto Israel es judío, de los judíos, y para los judíos.
Para un árabe, no va a haber un “Hatikva” cantado con “nefesh yehudi omia”, “el alma judía que anhela. No va a haber aliá, sino “derecho de retorno árabe”.
Y todo esto sin mencionar el frente militar. Que una vez que estemos debilitados y destruidos por adentro, los árabes del “nuevo estado árabe palestino” no van a dudar en atacarnos militarmente, con la confianza que esa vez, si, nos van a derrotar. Esto es ya una posibilidad real, con el desmoronamiento de nuestra moral en el fracaso de la más reciente guerra en el Líbano.
En resumen: Israel necesita ser verdaderamente un Estado Judío, no un “estado de todos sus ciudadanos”. A la luz de los expuesto arriba, quien afirme lo contrario no ama a Israel ni se interesa en nuestra supervivencia.
Publicado por:
Jack
fecha: 11 | 01 | 2008
hora: 9:35 pm
Link permanente
Lo ultimo de los progres y de los palestinos es cuestionar el estatus judio de Israel.Quien opina asi es que no conoce las verdaderas circunstancias y por que fue creado.
Es un estado protector de todos los judios del mundo y abre sus puertas a todos aquellos que se ven en peligro o simplemente quieren vivir en un estado asi.
Eso no quita que las minorias que viven en Israel son respetadas como debe ser.
Quitarle esas caracteristicas es condenarlo a su desaparicion,quitarle su objetivo y razon de ser.
Fue creado como estado judio y asi debe continuar y dejen de amolar con tanta teoria y ocupense de otras regiones del mundo que se llaman democraticas y esta brilla por su ausencia pero ahi nadie se mete.
Publicado por:
Guillermo Sancho Mora
fecha: 12 | 01 | 2008
hora: 1:49 am
Link permanente
Siendo ciudadano de un país pequeño y relativamente joven ,quizás estoy siendo atrevido en opinar sobre un tema en el cual tanta historia está de por medio, pero asumiré el riesgo.Considero que el autor , por su condición de judio residente en Israel y conocedor a fondo de las implicaciones de su opinión , es no sólo valiente si no también un verdadero demócrata cuando antepone su conciencia a la corriente ,quizás mayoritaria, que prefiere mantener el status quo aun cuando todas las experiencias vividas demuestran que no está funcionando para todos los habitantes de esa región del mundo. Es claro que en una democracia real la primera condición es la igualdad de todos los ciudadanos , cosa que no parece la del estado actual .Felicitaciones al señor Bavly.
Publicado por:
ana
fecha: 14 | 01 | 2008
hora: 4:38 am
Link permanente
Es un planteamiento tan difícil de evaluar a favor o en contra.
En realidad el estado de Israel tal como lo anticipó el fideicomiso»es el hogar judio».Es la madre que recibió a todos sus hijos de la diáspora para darles una patria.
Si bien soy crítica de los errores que pueda cometer el estado de Israel o los judios en posiciones expectantes en la diáspora-ya que pueden comprometer con sus acciones a toda una raza que en la historia ha sufrido una real trajedia-considero que esto es un tema muy delicado y debe quedar en manos de quienes gobiernan dicho estado.
Publicado por:
Fátima Aburto
fecha: 14 | 01 | 2008
hora: 7:03 pm
Link permanente
Efectivamente, se trata de un deseo inviable. También es antidemocrático, pero sobre todo lo que no puede ser es imposible. Además, el no encarar este hecho, está conduciendo al Estado de Israel al autosuicidio, porque la realidad terminará imponiendose y la brillante cultura judía, puede quedar simplemente destruida de nuevo en vez de ser «la luz del mundo» del medio Oriente.
No son los únicos. Todos los esfuerzos del mundo no impedirán que los inmigrantes del sur pobre invadan al Norte rico. Si los países ricos se ocupan de logra una verdadera integración y en proporcionar una buena educación a los nuevos habitantes, todos saldremos ganando, de lo contrario el odio, el terrorismo y el miedo cobrarán fuerzas. Yo prefiero confiar en la humanidad, pero desde luego trabajando de firme desde la política.
Publicado por:
Cesar Benavides Cohen
fecha: 16 | 01 | 2008
hora: 10:27 am
Link permanente
A mi me parece que la nota es excelente y plantea un tema de suma actualidad en Israel y es la fractura que existe entre el 60 por ciento de judíos laicos y los sectores religiosos. Dan Bavly introduce el tema y lo hace bien. Yo pienso que se trata de beneficios. Si bien los sectores religiosos son muy heterogeneos lo cierto es que están viviendo de un beneficios que les da el Estado en materia de educación que les permite estudiar todo el día sin hacer el ejercito y eso me parece insostenible. Nadie está cuestionando que Israel deje de tener al judaísmo como centro de gravedad, eso´no es viable, pero sí que las decisiones en materia de educación o de asuntos civiles como las bodas sean lo más laicas, no puede ser que la religión (lo religioso) tenga tanto poder y de hecho son los propios israelíes laicos (la gran mayoría) que así lo desean, sobre todo los más jóvenes. Lo que dice Rafael Rabinovich me parece en parte acertado en algunos aspectos, pero en otros se parece a un fundamentalista, que lo único que le preocupa es seguir viviendo de los beneficios del Estado.
Yo creo como judío que el judaísmo debe adaptarse al siglo XXI y dar respuestas a los grandes temas de la actualidad. No nos olvidemos que durante siglos los judíos, sobre todo en Europa Central o Oriental, si bien vivían aislados en guettos, buscaban y lograban la integración con las sociedades y contribuían desde allí a lo más avanzado de las ciencias y la cultura europeas, los negocios y la educación.
Lo que digo en sintesis: me parece que Bavly plantea el tema mejor que nadie y que no se trata de que Israel deje de ser judía, eso es rídiculo, pero no judíos ultra ortodoxos no puede regir la eduación ni los temas civiles de Israel que deben ser laicos, propios de un Estado maduro e integrado en el mundo. Es hora de reconocer que las prioridades están en otro lado, están en el diálogo con el mundo arabe y musulman moderado, están en la reducción de la pobreza y enn dar un respuesta a los temas del siglo XXI como ha hecho el judaísmo tan brillantemente bien en los últimos siglos, con tanta tragedia de por medio.
Publicado por:
Mariano Erro
fecha: 27 | 01 | 2008
hora: 2:39 am
Link permanente
Algunos apuntes: Creo que es prioritario en este momento, como dice Rafael Rabinovich, ocuparse mucho más de la religión de la defensa que de la defensa de la religión, porque esta última se verá peligrosamente amenazada dentro de Israel si ocurre lo contrario.
Creo que no ofendo si digo que no comparto el argumento de C.B.Cohen, cuando no está de acuerdo con que el Estado subsidie que haya quienes estudien todo el día.
A mi juicio, esta debería ser la quintaescencia de cualquier proyecto verdaderamente civilizatorio y humano, frente a la dolorosa necesidad de tener que organizar un ejército para enfrentarse a lo que venga. Cubierta esta necesidad, la panacea de un Estado verdaderamente de vanguardia es aquél que puede disponer de sus mejores talentos para organizar el lanzamiento de una sociedad hacia las nuevas fronteras científicas, filosóficas, y humanas.
Publicado por:
ellen Popper
fecha: 04 | 04 | 2008
hora: 3:08 pm
Link permanente
La democracia tiene falencias, pero aún asi, es el mejor de los Estados posibles,en tanto esos puntos ciegos no la destruyan desde adentro.En el artículo de Bavly, algunas cifras están o abultadas o disminuidas, para reforzar sus argumentos.Las últimas mediciones dan un achicamiento en el número de nacimientos árabes por sobre la creciente demografía judia ; los ultra ortodoxos que no hacen el servicio militar son una ínfima minoría, y dentro de la población general los simplemente observantes no alcanzan al 20%. Los ciudadanos árabeisraelies votan sus representantes en la Knesset, reciben la misma atención médica en los hospitales que el resto, y tienen muchísimos mas derechos civiles y reconocimiento laboral que sus hermanos en los demas paises árabes. Lo único que no tienen es el deber de hacer el servicio militar, y eso porque prima en muchos de ellos el deseo de destruir y reemplazar el Estado Judio por otro palestino, y se suelen embarcar en actividades de apoyo al terrorismo, constituyendose en una quinta columna.Como se comportarían cual soldados en el frente , de cara a un enemigo árabe, la Fuerza de Defensa de Israel sería suicida especulando.
Publicado por:
Carmen Ruiz Bravo
fecha: 07 | 04 | 2008
hora: 9:37 am
Link permanente
Interesa saber desde cuándo adopta el autor esta posición.