ciclonnargis.jpgNo se espera una mejora sustancial de la situación que vive la población birmana en los próximos meses. El azote del Nargis ha comprometido las cosechas. El país puede precisar ayuda alimentaria durante al menos un año, hecho doblemente preocupante ante la oposición de la junta militar a la importación de alimentos, dice la autora.

(Desde Londres) EL CICLÓN NARGIS, considerado ya como el peor desastre natural que haya azotado el sudeste asiático desde el tsunami que devastó Aceh en diciembre de 2004, arrasó parte de Birmania los pasados días 2 y 3 de mayo, concretamente la zona que rodea el delta del río Irrawaddy, volviendo a llevar al país a la primera plana de los periódicos de todo el mundo y a centrar en él los objetivos de todas las cámaras de televisión del planeta por segunda vez en un año.

Esa realidad, la de convertirse en foco de atención mundial, se ha revelado si cabe más amenazadora que el propio ciclón para unos dirigentes birmanos caracterizados por el recelo de todo lo que tenga algo de extranjero y por la obsesión con la autarquía y la autosuficiencia. «La actitud hermética del gobierno birmano puede haberse vuelto en su contra, haciendo arreciar las críticas tanto dentro como fuera del país»

Tales recelos y obsesiones bien pueden haberse convertido en el curso de las últimas semanas en el peor enemigo de Birmania o, cuanto menos, de su población, ya que impidieron un flujo y una distribución normales de la ayuda enviada para aliviar la situación en que había quedado la población tras el paso del ciclón.

Sin embargo, esa actitud hermética, bien puede haberse vuelto en contra del propio gobierno birmano, haciendo arreciar las críticas y la contestación contra él tanto dentro como fuera del país. Y ello precisamente en el momento en que, por medio de la aprobación de una nueva Constitución, la junta militar, en el poder desde 1962, trataba de refundar las bases sobre las que asienta su poder.

UNA NUEVA CONSTITUCIÓN PARA EL EJÉRCITO

Y es que la situación por la que atraviesa Birmania recuerda mucho a la de 1988. «Tras la violenta represión en las manifestaciones de septiembre de 2007, los líderes birmanos, tratando de escenificar un relanzamiento del proceso democrático, concluyeron el borrador una nueva Constitución» Entonces los estudiantes universitarios plantearon un verdadero desafío a los líderes birmanos que acabó por convertirse en una verdadera movilización nacional contra la junta militar. Ésta respondió con la detención de miles de manifestantes que participaban en una concentración organizada el 8 de agosto de aquel año. Se calcula que al menos tres mil personas murieron ese mes a manos de los cuerpos de seguridad.

En aquella ocasión la junta trataría de hacer tabla rasa por medio de la creación del State Law and Order Restoration Council (SLORC) y el establecimiento de un proceso tímidamente liberalizador que tendría su mejor exponente en la convocatoria de elecciones en 1989 para el año siguiente. El proceso no tardaría en probarse una farsa, ya que la junta anularía los resultados de las elecciones celebradas en 1990 y en las que obtuvo la victoria la NLD (Liga Nacional para la Democracia), el partido de Aung San Suu Kyi, que permanece en arresto domiciliario (sólo interrumpido por algunos periodos en prisión) desde entonces. «La presencia tanto de cooperantes, como de periodistas extranjeros, suponía un desafío de primera magnitud para el gobierno birmano»

Como hace veinte años, tras las manifestaciones pacíficas del pasado mes de septiembre de 2007 y la violenta represión desplegada por la junta militar para hacer frente a las protestas, los líderes birmanos, tratando de escenificar un relanzamiento del proceso democrático concluyeron por fin el borrador para la elaboración de una nueva Constitución –iniciado en 1993–, cuyo referéndum de aprobación debía celebrarse los pasados días 10 y 24 de mayo y que, pese a las apariencias, sólo estaba orientada a incrementar el poder del ejército.

¿POR QUÉ ESTE REPENTINO INTERÉS EN BIRMANIA?

En esas condiciones, tanto el ciclón como el flujo de entrada de extranjeros (periodistas, cooperantes y miembros de organizaciones internacionales) que se derivó del mismo, no podía llegar en peor momento para un gobierno birmano empeñado en lograr el triunfo del sí en el referéndum constitucional, que no dudaba para ello, en intentar silenciar todos los canales por los cuales los partidarios del no pudieran intentar hacer llegar sus planteamientos. En un contexto semejante, es evidente que la presencia tanto de cooperantes, como en particular periodistas extranjeros suponía un desafío de primera magnitud.

«En el caso de una hipotética victoria demócrata en las próximas elecciones norteamericanas, es de esperar que la presión sobre Birmania no hiciera sino aumentar» Ahora bien, siendo innegable el carácter inaceptable no sólo de la negligencia de la junta militar birmana en la distribución de ayuda sino las reiteradas violaciones de los derechos humanos cometidas por los gobernantes en el Estado que nos ocupa, el mayor interés y los planteamientos observables en los últimos tiempos en los medios extranjeros, occidentales en particular, en relación con los acontecimientos políticos que vive Birmania, también suscitan otros interrogantes.

En este sentido no cabe sino preguntarse si no son el creciente interés estratégico chino en Birmania, que en los últimos años no ha hecho sino agudizarse, como muestra su implicación en la construcción de puertos y gaseoductos, y el hecho de que India también haya mostrado un mayor interés en el país del sudeste asiático en los últimos tiempos, algunas de las razones que contribuyen a explicar la mayor atención de la comunidad internacional a lo que ocurre en el que muchos consideran como uno de los Estados más bellos del sudeste de Asia. Con todo, en el caso de una hipotética victoria demócrata en las próximas elecciones norteamericanas, es de esperar que la presión sobre Birmania no hiciera sino aumentar.

LA ASEAN, A EXAMEN

«No parece claro que con ocasión del ciclón la ASEAN haya demostrado en la práctica la mejora de sus capacidades en materia de gestión de desastres naturales» Por otra parte, en relación con el sudeste de Asia, hay que decir que los acontecimientos de los últimos meses bien pueden suponer un nuevo test de credibilidad para la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), en dos sentidos.

En primer lugar, porque parece ponerse de manifiesto que la organización ha fracasado en su intento de lograr un verdadero avance de Birmania hacia la democracia con su política de compromiso constructivo, pese a que haya sido la cuestión respecto de la que la ASEAN con mayor prontitud y contundencia haya roto el principio de no interferencia.

En segundo lugar, porque, aunque buena parte de la inacción sea atribuible a la negativa de la junta militar a aceptar la ayuda exterior y, en particular participación de extranjeros en su distribución, «Una crisis alimentaria vendría a sumarse a los efectos de las inundaciones ya visibles, que hacen que más de un millón de personas permanezca sin techo»no parece claro que con ocasión del ciclón la ASEAN haya demostrado en la práctica la mejora de sus capacidades en materia de gestión de desastres naturales, a pesar del gran número de iniciativas lanzadas en este sentido desde que el Tsunami azotara el sudeste asiático –la provincia indonesia de Aceh en particular– en diciembre de 2004.

Con todo, y de la mano de la reciente creación de un cuerpo especial de la organización para la coordinación de la ayuda, la ASEAN tiene aún ante sí la oportunidad de demostrar la importancia de la cooperación funcional regional de cara a la gestión de este tipo de desastres.

LÚGUBRE PERSPECTIVA

Por lo demás y, más allá del devenir político del país, no cabe esperar una mejora sustancial de la situación que vive la población birmana en los próximos meses. Y ello porque, más allá de los daños personales, el Nargis ha inundado una zona considerada como el cuenco de arroz de Birmania, comprometiendo las cosechas de este año y con ello la provisión de alimento para un buen número de familias.

Así, según el Programa Mundial de Alimentos, el país puede precisar ayuda alimentaria durante al menos un año, algo doblemente preocupante si tenemos en cuenta el nada improbable escenario de la oposición de la junta militar a la importación de alimentos.

Una crisis alimentaria que vendría a sumarse a los efectos de las inundaciones ya visibles, que hacen que más de un millón de personas permanezca sin techo cuando comienzan las primeras lluvias de la estación monzónica, lo que multiplica los riesgos de brotes de epidemias y enfermedades.