luladefensa.jpgCuando Brasil sugirió la creación de un Consejo de Defensa, Colombia no tardó en desmarcarse alegando el terrorismo que enfrenta. Pese a su borrosidad, y al interés armamentístico de Brasil, la construcción de un mecanismo sudamericano de Defensa es un paso responsable que supone acercar posiciones entre Estados que mantienen notables distancias en sus políticas domésticas, dice la autora.

(Desde Buenos Aires) EL CONSEJO DE DEFENSA propuesto por Brasil en el marco del UNASUR, la Unión de Naciones Sudamericana, es todavía una iniciativa borrosa. Como todo proceso de diálogo y concertación supone acercar posiciones entre Estados que tienen miradas particulares y mantienen notables distancias entre sus políticas domésticas.

La prensa sudamericana confirmaba el 23 de mayo de 2008 la decisión política de conformar un Consejo de Seguridad conjunto, a la par que el ministro de Defensa de Brasil, Nelson Jobim, aseguraba que se trabajaría entre los Estados miembros durante 90 días para alcanzar las líneas del futuro acuerdo.

«La construcción de un mecanismo sudamericano de defensa es un paso responsable» Ese mismo día, Colombia divulgaba un comunicado de tres puntos afirmando que Bogotá no podía ser parte del Consejo de Seguridad Conjunta de Sudamérica, dadas las amenazas del terrorismo y las derivaciones que enfrenta esa nación andina, con un conflicto interno que ya dura más de 40 años. Agregaba que de todas formas Colombia no se oponía a la creación de un grupo de trabajo que estudie el tema, y el vocero de la presidencia colombiana, César Mauricio Velásquez, indicaba que Colombia integraría ese grupo.

UN RECORRIDO POR LAS CAPITALES

Jobim había visitado las capitales sudamericanas los meses anteriores para explicar la iniciativa de crear un foro cuyo objetivo sería la coordinación de políticas de Defensa con miras a prevenir conflictos entre los países, realizar ejercicios militares conjuntos y participar en operaciones internacionales de paz. De forma un tanto más solapada aparecía el interés brasileño de continuar expandiendo el equipamiento militar brasileño entre los vecinos sudamericanos. «Si existiera un mecanismo eficiente no podría excusarse ante la cuestión más inquietante de la seguridad sudamericana: las FARC»

Pese a su borrosidad, la construcción de un mecanismo sudamericano de Defensa es un paso responsable. La región carece de acuerdos eficaces. El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca de 1947, el TIAR, estaba a punto de ser desechado si no hubiera sido que el temor a una reacción norteamericana por los atentados de septiembre de 2001, eventualmente obligara a aceptar propuestas desatinadas para la frágil construcción democrática regional. La Junta Interamericana de Defensa (JID), nunca sobrepasó su naturaleza de vínculo militar/militar. Y el diálogo de seguridad con la Unión Europea no prosperó desde los primeros encuentros de 1992 hasta la fecha.

Ahora, ¿hay probabilidades de que este nuevo acuerdo signifique algo más que saturar a Sudamérica de tecnología bélica brasileña? Pues si existiera un mecanismo eficiente no podría excusarse ante la cuestión más inquietante de la seguridad sudamericana: las FARC.

UNA OPERACIÓN DE PELÍCULA

Después de la impecable operación de rescate (en palabras de la ex candidata presidencial y ex rehén Ingrid Betancourt) ninguno de los presidentes de la región dejó de felicitar a Uribe y sus fuerzas armadas. «No tiene sentido disminuir la acción de rescate por un presunto pago a guerrilleros, comprando su traición» Por cierto, algunos con más entusiasmo y otros más discretamente, coincidieron en reconocer lo riesgoso de la operación y el éxito de la misma. Así lo dijo el presidente Hugo Chávez quien ya el 15 de junio de este año había convocado a los rebeldes para que dejaran las armas y soltaran incondicionalmente a los rehenes.

El líder cubano Fidel Castro sugirió a las FARC que declaren por cualquier vía a la Cruz Roja Internacional la disposición de poner en libertad a los secuestrados y prisioneros que aún estén en su poder, sin condición alguna. No es la primera vez que Fidel, un líder político que en el pasado promovió el uso de la violencia como parte de la lucha política, recordara que el secuestro y las acciones sobre población civil no tienen legitimidad ni vigencia. «Este rescate polémico tiene un impacto directo en la región. Por lo tanto, no es concebible un consejo que soslaye su debate»

No tiene sentido disminuir la acción de rescate por un presunto pago a guerrilleros, comprando su traición. Si fuera así, en nada desmerece lo hasta ahora conocido, pues todas las herramientas son aceptables en la medida que se mantengan dentro de los márgenes del derecho internacional.

Pero Colombia es el único país sudamericano que ha hecho una reserva para participar en el Consejo de Defensa. Se supone, que el gobierno de Uribe quiere libertad de acción para continuar con el severo modelo instalado con el Plan Colombia y el Plan Patriota. Este rescate polémico y cinematográfico tiene un impacto directo en la región. Por lo tanto, no es concebible un consejo que soslaye su debate.

UN CONSEJO DEMOCRATIZADOR

Aunque en la primera reunión de trabajo del Consejo de Defensa, «El Consejo parte de una decisión de Brasil, país resistente a cercenar su libertad individual de acción detrás de cualquier tratado» realizada en Santiago de Chile el 23 de junio de 2008, su canciller Alejandro Foxley aclarara que el Consejo no es una alianza militar convencional, como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), sino una instancia de diálogo entre los ministros de Defensa y los gobiernos para formar una política regional de Defensa, no es factible, ni sensato, pensar en un mecanismo de defensa que no encare los conflictos que crean riesgos regionales y que conllevan, por ejemplo, a una militarización de las fronteras. ¿Sobre qué tratará entonces?

El Consejo parte de una decisión del gobierno de Brasil, país históricamente resistente a cercenar su libertad individual de acción detrás de cualquier tratado, algo que es fácil reconocer en la debilidad institucional del Mercosur.

«Foxley expresó que el nuevo Consejo de Defensa complementa las actuales estructuras interamericanas ya que a Chile le interesa preservar el sistema interamericano en la solución pacífica de controversias» Tal vez podría admitirse que la experiencia de concertación latinoamericana en Haití, el mecanismo ad hoc conocido como el 2×9, que reúne periódicamente a los 9 países operantes en Haití a través de sus representaciones de política exterior y de defensa, y en donde Brasil tuvo un rol protagónico comandando la misión de Naciones Unidas, modificó las históricas resistencias brasileñas a institucionalizar los acuerdos regionales. Puede ser que Brasil entendiera que su generosa cooperación militar con los países vecinos, requiere ahora de un paraguas político donde se armonicen las misiones.

El Canciller chileno Alejandro Foxley expresó que el nuevo Consejo de Defensa Sudamericano complementa y no sustituye las actuales estructuras interamericanas de defensa ya que a Chile le interesa preservar el papel del sistema interamericano en la solución pacífica de las controversias. Por su parte, el viceministro de Defensa de Ecuador, Miguel Carvajal, dijo que un punto vital a tratar por el Consejo de Defensa Sudamericano debe ser el de la violación de fronteras. En consecuencia, avanzar en la coordinación de políticas de defensa y seguridad externa, obligará a tomar acciones conjuntas frente a la cuestión de las FARC.

Esquivarlo sólo reafirmará la ausencia de una voluntad política común entre los vecinos y convencería de que sólo prima el mero interés comercial de Brasil, recubierto de retórica integracionista.