Desigualdades en democracia
Valores, interpretaciones y falacias de un concepto fundamental
¿Qué implica el concepto de igualdad? ¿cuántos aspectos conlleva? Una sociedad igualitaria, ¿es por definición más justa? ¿Son entonces injustas las desigualdades? La calidad de una democracia también incluye el modo de referirnos a sus valores básicos. Comprenda por qué.
(Desde Barcelona) LA IGUALDAD ES UN VALOR COMPLEJO. Compara la situación relativa de diversos individuos, grupos, territorios, géneros, etcétera. Hay al menos siete aspectos que intervienen en su complejidad:
1) el ámbito en el que se aplica: socio-económico, cultural, nacional…;
2) en cada ámbito, ¿igualdad, de qué?: de rentas, de libertades, de territorios…;
3) ¿qué tipo de igualdad? ¿legal?, ¿de oportunidades?, ¿de resultados?;
4) igualdad ¿entre quiénes? o ¿quiénes son los iguales? ¿la humanidad, los ciudadanos, los residentes, los conacionales, los de un grupo religioso, étnico…?; «Resulta mejor hablar de igualdades y desigualdades, más que de igualdad a secas»
5) ¿cómo se distribuye el qué y el tipo de igualdad entre los quiénes en cada ámbito?, ¿según las necesidades?, ¿según el mérito?, ¿según las capacidades?, ¿según el esfuerzo aportado?;
6) ¿cómo se interrelaciona la igualdad entre ámbitos distintos? Por ejemplo, ¿cómo se relaciona la igualdad en las demandas culturales y sociales de los pueblos indígenas de América?; y
7) ¿cuál es la relación de la igualdad con otros valores u objetivos? En caso de resultar conflictivas las demandas asociadas a dichos valores, ¿cuáles son las prioritarias?
Resulta mejor, pues, hablar de igualdades y desigualdades, más que de igualdad a secas.
MÁS IGUALITARIA NO IMPLICA MÁS JUSTA
Todo ello ya da una idea de que ser igualitarista requiere ofrecer todo un conjunto de precisiones para saber de qué se está hablando. «No todas las dimensiones de la igualdad resultan en la práctica compatibles, ni siquiera comparables» De entrada, resulta conveniente no olvidar que la justicia socio-económica sólo constituye un ámbito de la justicia.
En los distintos ámbitos, la igualdad no tiene el mismo significado lógico. En algunos casos se contrapone a desigualdad, en otros a diferencia. La primera contraposición es la dominante en el ámbito socio-económico de la justicia, mientras la segunda lo es en el ámbito cultural y nacional. Y no todas las dimensiones de la igualdad resultan en la práctica compatibles, a veces ni siquiera son comparables. «La pretensión de una síntesis global entre valores y entre teorías resulta imposible»
Una sociedad más igualitaria, además, no es necesariamente una sociedad más justa. Dependerá de a qué desigualdad nos refiramos, del contexto, de la situación de otros valores y prácticas concretas (libertades, pluralismo, trato a las minorías, etcétera).
La clave está en discriminar entre desigualdades justas e injustas. Y en su articulación con otros valores. Si, por ejemplo, valoramos el mérito como criterio de discriminación normativo, aparecerán desigualdades justas.
CONCEPTOS CLAVE
No es de extrañar, pues, que existan diversas teorías sobre los distintos tipos de desigualdades. «Muchas veces el adversario de una dimensión de la igualdad es otra dimensión» Así, en el ámbito socio-económico compiten teorías liberales, socialistas, libertarias, utilitaristas… En el ámbito cultural-nacional, teorías universalistas, estatalistas, pluralistas… Cada teoría aporta argumentos parciales, pero la pretensión de una síntesis global entre valores y entre teorías resulta imposible.
El pluralismo político y moral no puede erradicarse. Pero pluralismo no coincide con relativismo: no todas las teorías pesan razonablemente lo mismo en un contexto determinado. Refinar las democracias requiere combatir bastantes tipos de desigualdades (sociales, nacionales, de género, culturales…), pero también supone huir de la demagogia y del populismo en nombre de una igualdad abstracta y universal que muchas veces ha legitimado el autoritarismo.
Muchas veces el adversario de una dimensión de la igualdad es otra dimensión; por ejemplo, la igualdad de ciudadanía en contraposición a la igualdad de los distintos pueblos que componen una democracia plural (democracias multiétnicas, plurinacionales…).
La calidad de una democracia también incluye el modo de referirnos a sus valores básicos, y a saber discriminar cuando se produce la habitual falta de armonía entre dichos valores en contextos específicos.
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Publicado por:
Carlos Fallas
fecha: 02 | 09 | 2008
hora: 1:35 am
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Me parece muy bien su artículo, sin embargo me gustaría leer un poco más al respecto. Entiendo que el espacio es poco, pero siempre lo es. Puesto que no me queda claro cuál es el punto, ¿hay desigualdades que se valen siempre y cuando sean justas? Si fuese así me parece acertado siempre y cuando se circunscriba ciertas coordenadas histórico sociales. Me parece que lo planteado es un filón de discusión en la medida que existe (a mi parecer) un vacío en cuanto a la precisión conceptual de la democracia. en los últimos años en A. L. hemos venido viendo cómo desde las más disímiles trincheras (étnicas, raciales, género, orientación sexual, abortistas, ecologistas, por decir algunas) se propone que en virtud de la «democracia» todas las demandas sean cumplidas, sin embargo la democracia se restringe primordialmente a regular los mecanismos de acceso al poder, sin que esto conlleve la «igualdad» en multitud de aspectos, al menos no más allá de la que garantizan las constituciones, y que las instituciones no siempre cumplen.. En conclusión, ¿es la democracia per se la que debe solucionar este tipo de demandas?, ¿es democrático un país en donde las elecciones sean limpias, disputadas y reguladas pero persista la desigualdad?, (como Costa Rica donde vivo) Considero necesario el planteamiento de estas cuestiones, puesto que la democracia tiene límites, y reconociendo estos nos será más fácil la proposición de instrumentos de análisis que nos ayuden a solucionar las «desigualdades injustas» del continente. Gracias, C. Fallas, C.R.