rusiamedput.jpgUn gigante como Rusia no puede ser amedrentado con represalias de sus vecinos occidentales, sobre todo porque la energía que hace funcionar a los países europeos proviene en gran medida de Gazprom, la empresa gasífera más importante del mundo. Solamente entendiendo la necesidad histórica de Moscú de tener un cordón de seguridad, se puede llegar a una relación estable entre el oso ruso y sus vecinos occidentales, dice el autor.

(Desde Monterrey) EL RECONOCIMIENTO DE LA INDEPENDENCIA tanto de Osetia del sur como de Abjasia, por parte de Moscú es un desafío de Rusia a la comunidad internacional y en particular a Estados Unidos, además de una venganza por el reconocimiento de Kosovo, región separatista de su principal aliado en los Balcanes, Serbia.

Sin embargo, el acto de los líderes del Kremlin, aunque peligroso, responde a una lógica de poder y seguridad del país más extenso del mundo: «Lo que fue otrora la segunda potencia mundial, se había convertido con Yeltsin en un enorme país tercermundista» evitar un cerco que se inicio desde el desmembramiento de la Unión Soviética y en particular en la cumbre de Bucarest de mayo pasado, cuando la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) decidió ampliar sus miembros al incluir a varios países del ex-bloque comunista y inclusive a Georgia y a Ucrania.

La inclusión de estos dos últimos hubiera significado para Moscú tener a la OTAN en sus fronteras, situación que el Kremlin no está dispuesto a tolerar.

Durante el gobierno de Yeltsin, Rusia vio su economía y su posición mundial caer dramáticamente. Lo que fue otrora la segunda potencia mundial, se había convertido en un enorme país tercermundista.

Al asumir el poder, Putin planteó claramente sus objetivos: reposicionar a Rusia como un actor central de la política mundial y en particular evitar el acercamiento de la OTAN a sus fronteras.

EL RESURGIR DE UNA GRAN POTENCIA

En términos militares, el nuevo gobierno ruso retomó su tradicional venta de armas, «Putin retomó el posicionamiento ruso de considerar a Oriente Medio como una zona estratégica, reanudando las relaciones con sus antiguos aliados» que había caído en el decenio anterior de un 38 por ciento del mercado mundial a solamente un 3 por ciento, para colocar nuevamente al país en un 18 por ciento de las ventas globales de armas, pero orientadas fundamentalmente a los adversarios de Estados Unidos, como Irán o Corea. Por otra parte, con China, las dos potencias emergentes crearon la Organización de Cooperación de Shanghai con otros cuatro países centroasiáticos, para formar una alianza militar que pudiera hacer contrapeso a la OTAN. Además, se invitó a Irán como observador, como signo de desafío contra la política norteamericana.

A nivel político, Putin retomó el posicionamiento ruso de considerar a Oriente Medio como una zona estratégica, reanudando las relaciones con sus antiguos aliados, Irán, Siria o el gobierno palestino. Cuando Hamas ganó las elecciones en enero del 2006, «El nuevo prestigio de Rusia aunado a un crecimiento sostenido ha conllevado gran respaldo a Putin» el primer ministro electo fue invitado oficialmente a Moscú, a pesar de las críticas occidentales sobre el carácter fundamentalista del régimen.

Esta política de Putin durante sus ochos años en el gobierno, permitió replantear la posición de Moscú en el escenario mundial, pero internamente, el nuevo gobierno cerró los pequeños espacios democráticos todavía existentes, para regresar al sistema autoritario del modelo soviético. A pesar de la ausencia de democracia, el nuevo prestigio de Rusia aunado a un crecimiento sostenido de más de 8 por ciento durante esta década, ha conllevado un gran respaldo tanto popular como de la burocracia política rusa a Putin.

EL CERCO DE LA OTAN

El reconocimiento de las independencias de Georgia bajo el liderazgo de Serguei Bagapch en el poder desde hace más de dos décadas y de Osetia del sur con Eduard Kokoity, es parte de la advertencia que Moscú está lanzando a la OTAN. «La capacidad de respuesta de Rusia es muy amplia en su llamado extranjero cercano»

Por una parte, la colocación de misiles anti-misiles en Polonia y de un potente radar en Praga, fueron vistos por el Kremlin como una amenaza a su propia seguridad, debido a que el argumento de que la decisión norteamericana de desplegar misiles en el norte de Europa tiene como blanco a Irán, no se sostiene. Hay países muchos más cercanos como Turquía, para instalar un sistema defensivo contra cualquier ataque nuclear.

La ampliación de la OTAN en mayo pasado, que dejo pendiente la integración de Ucrania y Georgia, se convirtió en un cerco contra el oso ruso, siempre temeroso de verse rodeado en su teatro militar europeo por las fuerzas occidentales. «La decisión rusa está creando una situación de tensión que algunos observadores han comparado con la Guerra Fría» Sin embargo, la capacidad de respuesta de Rusia es muy amplia en su llamado extranjero cercano. En Georgia, tanto Osetia como Abjasia, están vinculados con su gran vecino del norte. En Ucrania, la parte oriental del país es ortodoxo, siguiendo al patriarcado de Moscú, mientras que la región occidental es uniata, ligada a la Iglesia romana, y por ende al mundo occidental, además de sus relaciones estrecha con la autoproclamada República rusa de Crimea. En Moldavia, la república rusa del Dniestr está esperando su reconocimiento por parte del Kremlin.

Así, las capacidades de Rusia de desestabilizar la región son amplias, como lo demostró en Osetia y en Abjasia.

¿OTRA GUERRA FRÍA?

Sin embargo, la decisión rusa está creando una situación de tensión que algunos observadores han comparado con la Guerra Fría. Inclusive, el propio presidente ruso ha declarado que si era necesario regresar a ella, el país estaba dispuesto a aceptar el riesgo, aunque está declaración radical de Medvedev fue matizada más tarde por su primer ministro, el hombre del poder real, Putin. «Reconocer a Osetia del sur y a Abjasia, es abrir la caja de Pandora en sus propios territorios» El escudo antimisiles instalado en Polonia con la presencia de tropas americanas, fue el primer detonador de esta crisis. El Coronel-General Anatoly Nogovitsyn, un responsable militar ruso, precisó que Polonia se había convertido en un blanco a partir del momento de aceptar recibir los misiles, acción que no podía quedar sin castigo.

La acción de Moscú, no recibió sin embargo, los apoyos que Medvedev esperaba. Salvo Bielorusia que respaldó la decisión de reconocer a las independencias de las dos regiones caucásicas, y la invitación de Osetia del Sur y de Venezuela a Rusia para instalar facilidades militares, la gran mayoría de los aliados de Moscú, prefieren abstenerse de tomar una posición que podría revertirse contra ellos mismos. «Las repúblicas islámicas de Chechenia, Daguestán e Ingusetia, hoy más controladas, no han perdido su esperanza separatista»

En China, tanto el Tíbet como la región musulmana de los uigures, tienen años de buscar su separación. En Asia central, todos los Estados de la ex-Unión soviética, se enfrentan con problemas separatistas. Reconocer a Osetia del sur y a Abjasia, es abrir la caja de Pandora en sus propios territorios.

Inclusive, el desafío del oso podría a mediano plazo revertirse contra Moscú. Osetia del sur podría reivindicar a su vecina, Osetia del norte, mientras que las repúblicas islámicas de Chechenia, Daguestán e Ingusetia, hoy más controladas, no han perdido su esperanza separatista.

UN GIGANTE DIFÍCIL DE AMEDRENTAR

El despertar del oso ruso difícilmente puede ser controlado por las posibles sanciones de la Unión Europea. Un gigante como Rusia no puede ser amedrentado con represalias de sus vecinos occidentales, sobre todo porque la energía que hace funcionar a los países europeos proviene en gran medida de Gazprom, la empresa gasífera más importante del mundo. Cualquier represalia se revertirá contra sus propios decisores.

Solamente entendiendo la necesidad histórica de Moscú de tener un cordón de seguridad, se puede llegar a una relación estable entre el oso ruso y sus vecinos occidentales.