bacheletgarcia.jpgAlan García es un político reciclado, que ha aprendido de los fracasos de su primera presidencia en los ochenta. Hoy habla de fomentar las exportaciones, de libre comercio y de competitividad. El país está a la espera de recibir el grado de inversión.

(Desde Madrid) PERÚ ILUSTRA EL DESASTRE económico latinoamericano de varias décadas, como consecuencia de políticas erráticas y personajes improvisados, al tiempo que deja una enseñanza: aunque el punto de partida sea modesto, y la situación socioeconómica sea dramática, el progreso es posible.

Como otras sociedades latinoamericanas, Perú practicó la devoción al Estado como actor fundamental de la economía, y ejemplo de ello es el Alan García de los años ochenta.

Hoy las cosas han cambiado en ese país, y cuesta reconocer en el actual presidente al Alan García del siglo pasado.

PERÚ Y TAIWÁN

Como señala Pérez-Díaz, a mediados de los años cincuenta del siglo pasado, Perú y Taiwán tenían un nivel parecido de renta per cápita. Cuarenta años después, en 1990, la renta de Taiwán se multiplicó por siete, y la de Perú se redujo a la mitad.

«A mediados de los ochenta García anunció la nacionalización de la banca, medida que motivó el ingreso en política de Mario Vargas Llosa» Cuatro décadas de políticas económicas estatistas –intervencionismo del Estado, sustitución de importaciones y nacionalización de empresas–, de caudillos populistas, militares y socialdemócratas –destaca la incompetencia del general Velasco Alvarado y la calamidad del primer gobierno de Alan García–, dejaron a la economía y a la sociedad en el más absoluto desastre.

La dictadura de Velasco Alvarado (1968-1975) sustituido por el general Bermúdez, mediante el frecuentado recurso al golpe de Estado, terminó en un rotundo fracaso económico. Nacionalizó la industria, la pesca, las haciendas, el petróleo y los medios de comunicación, políticas que no beneficiaron al país.

En 1980 las elecciones devolvieron la presidencia a Fernando Belaúnde Ferry, que había sido desalojado del poder en 1968. A Belaúnde le siguió Alan García, que a mediados de los años ochenta anunció la nacionalización de la banca, medida que motivó el ingreso en política de Mario Vargas Llosa.

NACIONALIZACIÓN DE LA BANCA

Alan García anunció la nacionalización de la banca en su mensaje a la nación de fecha 28 de julio de 1987. Cinco años antes, en 1982, en un libro titulado El futuro diferente, Alan García hacía la crítica a los bancos privados, porque excluían del sistema de créditos a los sectores informales de la economía peruana, representados por los campesinos y por las pequeñas y medianas empresas (Pymes).

«Alberto Fujimori ganó las elecciones de 1990, y Perú conoció una vez más la deriva autoritaria, que terminó con la disolución del Parlamento» El argumento de Alan García era que había que democratizar el crédito. Como eso no era posible con la banca privada, era preciso que recayera esa responsabilidad en el Estado, que debía hacerse con el poder que otorgaba la propiedad de la banca, precisamente para alcanzar el objetivo anunciado, que era el que, según él, legitimaba esa nacionalización: la democratización del crédito.

Vargas Llosa creó entonces el Movimiento Libertad, que se unió al Partido Popular Cristiano en el Frente Democrático, conocido como el FREDEMO, para competir por la presidencia de la República en las elecciones de 1990.

EL GOBIERNO DE FUJIMORI

El ingeniero Alberto Fujimori ganó las elecciones de 1990, y Perú conoció una vez más la deriva autoritaria, que terminó con la disolución del Parlamento. El 5 de abril de 1992 Fujimori impulsó un autogolpe de Estado, y en noviembre de ese año convocó elecciones, que ganó, lo cual le permitió elaborar una nueva Constitución.

«Es cierto que Fujimori puso fin a la inflación del 7000 por ciento anual, pero no consiguió que se olvidaran otros aspectos de su gobierno, como la violación de los derechos humanos» Fue reelegido por mayoría absoluta en 1995, elecciones en las que se enfrentó al ex secretario de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, y volvió a ganar las elecciones del año 2000, contra Alejandro Toledo, que se retiró en la segunda vuelta, por las irregularidades del proceso electoral, facilitando el triunfo de su opositor.

De su rocambolesca dimisión, cuando hacía un viaje oficial a Japón, el 22 de noviembre de ese año, sólo rescatamos aquí su balance de sus años en el poder. En su carta de dimisión, Fujimori se refirió a los diez años que ejerció la presidencia como una etapa política en la que se impulsó un programa económico de éxito testado, al tiempo que se impuso a la violencia de la guerrilla, amén de llegar a acuerdos con las vecinas repúblicas de Chile y de Ecuador, conjurando el riesgo de una guerra en al región.

Es cierto que Fujimori puso fin a la inflación del 7000 por ciento anual que padecía Perú, pero no consiguió que se olvidaran otros aspectos de su gobierno, como fue la violación de los derechos humanos, en varios episodios por los que hoy comparece ante la justicia peruana, que pidió su extradición cuando el ex mandatario se instaló en Chile.

EL REGRESO DE ALAN GARCÍA

Tras la presidencia de Alejandro Toledo (2001-2006), que impulsó un Acuerdo de Promoción Comercial con Estados Unidos, «Alan García animó a los empresarios españoles a invertir en Perú, borrando todo recuerdo que pudiera haber dejado veinte años atrás» y también Tratados de Libre Comercio con Tailandia, los países del Mercosur, y la Comunidad Andina, en el año 2006 se produce el triunfo electoral de Alan García sobre Ollanta Humala.

Alan García es un político reciclado, que aprendió de su largo exilio, y de los fracasos de su primera presidencia. García habla de fomentar las exportaciones, de libre comercio, y en su discurso no aparece el prestigio del Estado como gestor de la economía, ni verbos como privatizar, o nacionalizar. Ha firmado tratados comerciales con Chile y con México.

A mediados de julio de 2008, Alan García se jactaba de que Perú seguía la senda abierta por México y por Chile, que merecieron el calificativo de sobresaliente en la economía, según el criterio de la clasificadora de riesgo Standard & Poor’s.

LAS LECCIONES DE LA HISTORIA

«Dos años después de iniciar su mandato el 30 por ciento de los peruanos apoya su gestión» Un Alan García impensable en la década de los ochenta, argumentaba de esta guisa: con el grado de inversión alcanzado por Perú se consigue el abaratamiento de las tasas de interés de los créditos que conceden las entidades bancarias internacionales a las empresas de obras importantes, y eso permite construir carreteras y gasoductos, infraestructuras que son importantes para el desarrollo de la economía peruana.

Alan García visitó España y animó a los empresarios españoles a invertir en Perú, borrando todo recuerdo que pudiera haber dejado el Alan García veinte años más joven, cuyo voluntarismo y cuyo nacionalismo económico llevaron al país a la ruina y a la hiperinflación. Por lo que parece, el político peruano ha aprendido las lecciones de la historia, y es que ignorar la realidad, y sustituirla por la ficción, tiene un precio muy alto: la realidad se venga, y su venganza es terrible. Dos años después de iniciar su mandato, que termina en el año 2011, aproximadamente el 30 por ciento de los peruanos apoya su gestión, cosa que no aconteció con su antecesor, Alejandro Toledo.