obamatrestres.jpgEn el mundo multipolar emergente será imprescindible un liderazgo firme de Estados Unidos y de las diferentes potencias globales como la UE, China, Rusia, India y Brasil para avanzar en la resolución de los conflictos como Irak, Asia Central, el terrorismo, la proliferación, el deterioro ambiental y la pobreza, el conflicto más persistente.

(Desde Madrid) ANDREW CARNEGIE, multimillonario norteamericano de origen escocés (como Gordon Brown), pacifista y filántropo (como Bill Gates), escribió en 1889 un influyente artículo publicado en la revista North American Review con el título La Riqueza en el que hacía una alabanza de los grandes hombres de negocios: «El talento para la organización y para la administración –decía– es raro entre los hombres y vale a su poseedor enormes recompensas. Sin ese talento especial requerido, al capital le salen alas».

«Canregie se convirtió en el impulsor de diversas fundaciones, una de las cuales, todavía en nuestros días, continúa orientando el pensamiento a nivel global»

Aunque Carnegie no mencionaba ningún tipo de «activo tóxico», quizá porque aún no proliferaban en aquellos años, en cambio sí defendía con pasión una gestión individualizada de la fortuna una vez conseguida, para que aquella fuera capaz de hacer partícipes de los beneficios a los sectores más competentes de la sociedad, al tiempo que criticaba con dureza la caridad y la herencia como elementos empobrecedores del progreso. Así, se convirtió en el impulsor de diversas fundaciones, una de las cuales, todavía en nuestros días, continúa orientando el pensamiento y las decisiones políticas en Estados Unidos y a nivel global: el Canegie Endowment Center for International Peace.

HOOVER Y ROSEVELT: DOS RESPUESTAS DIFERENTES

Las palabras del magnate del acero transmitieron un sentido moralmente respetable y algo calvinista de la riqueza que, considerada como una virtud, se mantenía equidistante entre los vicios de la torpeza y de la codicia. Y, en cualquier caso, su pensamiento contribuyó a consolidar el capitalismo liberal a través del cual Estados Unidos multiplicó su crecimiento económico durante cinco décadas a pesar de las crisis cíclicas que el sistema no eliminaba y gracias a la equilibrada distancia de su política exterior respecto a los conflictos europeos.

«El crack del 29 y la inminente depresión evidenciaron el error de la propuesta de Hoover, calificada ya entonces como partidista y desorientada»

El republicano Hoover se convirtió en las elecciones de 1928 en el último paladín de aquel orondo progreso que al final de los felices años veinte se agotaba víctima de sus excesos, y como tal, apostó de manera ferviente por una estrategia ultraliberal favorecedora de la iniciativa individual y contraria a la intervención pública en los asuntos económicos. El crack del 29 y la inminente depresión evidenciaron el error de la propuesta, calificada ya entonces como partidista y desorientada. El Presidente Roosevelt, demócrata, respondió con dureza en su discurso de toma de posesión en 1933 contra las consecuencias de aquellas posiciones republicanas: «Los cambistas del dinero han huido de sus encumbrados sitios en el templo de nuestra civilización… la alegría y el estímulo moral del trabajo no deben depender de la búsqueda insensata de ganancias que se desvanecen… Si he de interpretar correctamente el temperamento de nuestro pueblo, nos percatamos, como nunca antes, de nuestra independencia con respecto a los demás; de que no sólo debemos tomar, sino también dar».

EL NEW DEAL Y EL PLAN MARSHALL

Aunque el intervencionismo rooseveltiano derivó en paternalismo, las recetas del New Deal rehabilitaron la vagabunda economía americana y reactivaron las convicciones de una sociedad roída por el pesimismo. Pero el proteccionismo anunciado por el Presidente en su discurso y la política de reaislamiento tuvieron un desenlace catastrófico en la política mundial: los totalitarismos se fortalecieron en una sociedad internacional que en los años 30 careció de liderazgo democrático.

«El Consenso de Washington  se convirtió en el paradigma neoliberal en materia de cooperación internacional y préstamo que exigía a los países receptores reducción del gasto público»

Tuvo que acontecer la tragedia de la segunda guerra mundial para que los vencedores diseñaran un nuevo marco de relaciones internacionales, imperfecto y desigual, pero parcialmente estable. Manteniendo el papel del Estado como motor de la recuperación, el plan Marshall y el patrón dólar fueron los instrumentos capaces de extender los beneficios de la riqueza a la que se refirió Carnegie entre unos países devastados por el conflicto. Y no precisamente y de manera caritativa entre todos ellos, sino entre algunos gobiernos preseleccionados por su competencia económica y estratégica (Europa occidental y más adelante, Japón).

RICHARD NIXON Y MILTON FRIEDMAN

Otro presidente republicano, Richard Nixon, fue el encargado de poner fin a los patrones de crecimiento de tres décadas declarando la no convertibilidad del dólar y legando a sus sucesores la crisis monetaria y energética de 1973. Aunque el modelo de recuperación y crecimiento ya fue teorizado en esos años por Milton Friedman, Estados Unidos tardó mandato y medio en encontrar un líder político como Ronald Reagan capaz de desarrollarlo, impulsando la iniciativa privada, la reducción de impuestos y generando la necesaria confianza interna y aliada. El Consenso de Washington entre otras iniciativas se convirtió después en el paradigma neoliberal en materia de cooperación internacional y préstamo que exigía a los países receptores, cuentas saneadas, fronteras abiertas y reducción del gasto público. Virtudes necesarias según el magnate americano del momento para obtener los fondos monetarios internacionales.

«Sin la resolución o atenuación de los conflictos existentes el sistema se anquilosa y fracasa»

Pero en aquella ocasión, también hubo que esperar a que un conflicto político mundial permitiera el éxito y la expansión del planteamiento. El final de guerra fría trajo consigo, de la mano de Clinton, el desarrollo de la globalización, la apertura comercial, la mundialización de los mercados financieros y en definitiva del reparto de la riqueza en un mundo interdependiente y liberalizado a cuya dinámica se incorporaban torpe y paulatinamente China y Rusia, entre otros invitados.

LA RESOLUCIÓN DE LOS PROBLEMAS EN EL MULTILATERALISMO

La historia no se repite, pero su observación previene errores y ofrece lecciones. A saber: el sistema encuentra equilibrio con la acción concertada de gestores, reguladores, economistas y ciudadanos; la recuperación debe fundamentarse en teorías y acciones económicas correctas, morales y adecuadas a la dinámica de los mercados; será imprescindible un liderazgo político firme encabezado por una presidencia sólida en Estados Unidos; en un mundo globalizado donde el aislamiento no es posible la gestión de la riqueza pasa por modelos multilaterales en la decisión y en el reparto; las grandes potencias (UE, China, Rusia, India, Brasil) tienen que asumir su contribución en la creación de un marco político estable; sin la resolución o atenuación de los conflictos existentes el sistema se anquilosa y fracasa; los conflictos actuales son: Irak, Asia Central, terrorismo, proliferación, deterioro y pobreza.

De entre ellos, la pobreza es el más persistente.