viicubreasem.jpg

La VII Cumbre ASEM (Asia-Europe Meeting) en China ha aprobado una declaración financiera insistiendo en la importancia de adoptar medidas concertadas y coordinadas que permitan restablecer la confianza, estabilizar los mercados financieros internacionales y promover el crecimiento económico global.

(Desde Londres) DURANTE LOS PASADOS DÍAS 24 y 25 de octubre se celebró en Beijing la VII Cumbre Asia-Europa. La organización del encuentro en la capital china –tal y como había quedado establecido en el marco de la cumbre anterior, la sexta, celebrada en octubre de 2006 en Helsinki–, constituyó indudablemente una muestra más del creciente papel de la República Popular como uno de los actores clave en el sistema internacional.

«Se ha mantenido la tendencia a condicionar la agenda de la cumbre por las circunstancias que envuelven al contexto internacional durante su celebración» No obstante, más allá de ello, la cumbre sirvió para poner de manifiesto que una de las características definitorias del proceso ASEM (Asia-Europe Meeting), la notable influencia que sobre la agenda de cada cumbre tiene la coyuntura internacional del momento en que la reunión se celebra, sigue más vigente que nunca. La excepción, si se quiere, a esta regla la representaron las dos últimas cumbres, la quinta y la sexta, más marcadas por la reflexión acerca de las dinámicas internas del proceso en general y de un aspecto de enorme calado en particular: ampliación del propio proceso de Cumbres Asia-Europa.

Sin embargo, la séptima cumbre ha respondido precisamente al llamamiento que se hiciera hace dos años en Helsinki, en el marco de ese proceso de reflexión interna, para que el proceso prestara una creciente atención a los problemas de carácter global y, al propio tiempo, ha mantenido la tendencia a ver su agenda fuertemente condicionada por las circunstancias que envuelven al contexto internacional en el momento de su celebración.

MEDIDAS A TODAS LUCES INSUFICIENTES

En efecto, la VII Cumbre ASEM no ha defraudado y ha girado en buena medida en torno a la crisis financiera internacional, en lo que ha sido la segunda cumbre económica de ASEM en diez años, tras la celebrada en Londres en 1998. «Se han aprobado un Fondo de Confianza y la llamada Promesa de Comercio e Inversión de ASEM, para contribuir a la recuperación de las economías asiáticas»

En aquella ocasión, cuando el entonces recién nacido proceso ASEM celebraba su segunda cumbre, se vio obligado a hacer frente a la crisis financiera que, desde 1997 y tras la devaluación del Bath tailandés, recorriera buena parte de Asia, dañando de manera especial las economías Filipinas, Indonesia y Malasia así como la de Corea del Sur, curiosamente una de las pocas economías asiáticas que, hasta el momento, se están viendo seriamente afectadas por la actual crisis financiera internacional.

Así, en una cumbre que, organizada bajo el lema amigos en los buenos tiempos y en los malos dejaba lugar a pocas dudas, además de crearse una red de expertos financieros que asesoraran a los Estados asiáticos a reestructurar los mercados asiáticos apoyándose en la experiencia europea lo que, visto en retrospectiva es, cuando menos, irónico, se aprobaron un Fondo de Confianza y la llamada Promesa de Comercio e Inversión de ASEM, llamada a contribuir a la recuperación de las economías asiáticas y se incluyó, como aneja a la Declaración de la Presidencia, una Declaración Financiera. Unas medidas que, no obstante, parecían a todas luces insuficientes, en particular desde el punto de vista de los afectados por la crisis.

LA RESPONSABILIDAD DE LOS MÁS DESARROLLADOS

La situación, diez años después, no puede por menos que recordarnos a la que se viviera entonces en Londres. «Los líderes de ASEM han insistido en la importancia de huir de la utilización de los instrumentos de regulación financiera como herramientas para competir» Como hace diez años, en la VII Cumbre ASEM también se ha aprobado una declaración financiera insistiendo en la importancia de adoptar medidas concertadas y coordinadas que permitan restablecer la confianza, estabilizar los mercados financieros internacionales y promover el crecimiento económico global. Unos esfuerzos en los que consideran que son los países desarrollados los que deben asumir la mayor responsabilidad.

Asimismo y, en consonancia con el lema que ha presidido la cumbre visión y acción: hacia una solución con la que todos ganen, los líderes de ASEM han insistido en la importancia de huir de la utilización de los instrumentos de regulación financiera como herramientas para competir ya que ello acaba por tener efectos inesperados y, en un contexto cada vez más globalizado, las crisis se extienden cada vez con más rapidez. En ese sentido, los líderes señalaron la importancia de que el FMI juegue un papel destacado, de que se logre un equilibrio entre la innovación financiera y la regulación y de que se desarrolle una política macroeconómica sólida.

Por otra parte, los líderes de Asia y Europa expresaron su apoyo a la cumbre que se celebrará en Washington el próximo 15 de noviembre, en la que esperan que más allá de tratar de dar respuesta a la crisis actual, se planteen unos principios sobre los que articular una reforma del sistema financiero internacional que contemple mayores controles, más garantías y mayor transparencia y menos riesgos y que permita el desarrollo a largo plazo y la estabilidad de la economía mundial.

EL VALOR SIMBÓLICO DE ESTAS CUMBRES

Si bien el alcance práctico de estas medidas es incluso más exiguo que el de las acordadas en 1998, es innegable que ASEM ha vuelto a cumplir con sus funciones como proceso interregional al menos en lo que a la contribución a la estructuración de la agenda global y a la gobernanza se refiere.

De hecho, la importancia que, en el curso de las últimas semanas han adquirido tanto la Cumbre ASEM como la Cumbre Iberoamericana celebrada una semana más tarde como foros de preparación y articulación de planteamientos de cara a la cumbre del próximo 15 de noviembre, parece un buen indicador del papel creciente que los procesos multilaterales de distinto tipo y si se quiere, escasa institucionalización, están llamados a jugar en una cada vez más inaplazable gestión adecuada de la Globalización.