hugovota.jpg¿Está Venezuela instalada en la patología de la democracia? El triunfo electoral del PSUV en los comicios regionales, y fundamentalmente en las gobernaciones rurales, es inobjetable. Pero el problema subsiste, dice el autor. Y es que Chávez es un problema, pero Chávez no es el problema: el problema, antes y después del 23 de noviembre, se llama Venezuela.

(Desde Madrid) LOS CANDIDATOS DEL PRESIDENTE CHÁVEZ han ganado las elecciones regionales del 23 de noviembre. En diecisiete de las veintidós gobernaciones se impuso el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Pero la oposición ganó en Miranda, en Zulia, en Táchira, en Carabobo, en Nueva Esparta, y también en la Alcaldía Mayor, Caracas, cuyo valor simbólico es notorio.

«En el día a día, el presidente no olvidará que reside en una ciudad en la que manda la oposición» Hay que destacar que Tachira y Carabobo eran del PSUV, y ahora son de la oposición, y que Miranda incluye parte de la populosa Caracas. Una alta participación –el 65,45 por ciento del electorado–, revela el grado de compromiso de los venezolanos.

El alcalde electo del municipio Libertador, Jorge Rodríguez, dijo que, desde la consulta de la Reforma Constitucional –rechazada por el electorado el pasado 2 de diciembre– el PSUV obtuvo algo más de 1 millón y medio de votos.

LA RESPONSABILIDAD DEL PUEBLO VENEZOLANO

Los resultados «Una vez más, el pueblo ha refrendado la ambición de poder del antiguo paracaidista y golpista» dejan claro dos cosas: Chávez puede reivindicar su victoria, en unas elecciones en las que no era candidato, pero que presentó como un referéndum sobre su persona, es la primera; la resistencia a un estilo de poder repudiado por muchos se consolida, impidiendo la posible evolución hacia una dictadura, es la segunda.

Chávez tiene razón en lo que dijo: ya nadie puede decir que hay una dictadura en Venezuela. En el día a día, el presidente no podrá olvidar que reside en una ciudad en la que manda la oposición.

El PSUV habría obtenido más de 5.600.000 votos, y todos los partidos que competían con él alcanzaron algo más de 4 millones.

«Uslar Pietri: Un Gobierno no es sino la expresión de una realidad» Una vez más, el pueblo ha refrendado la ambición de poder del antiguo paracaidista y golpista. La responsabilidad de confiar la dirección de la república, y el incierto futuro que le espera, a un señor con el perfil del actual presidente, es sólo del pueblo venezolano.

Sabemos que los caudillos carismáticos sólo sirven para llevar a la ruina a sus naciones, y cuando éstas ya están en la ruina, el protagonismo paranoico de esos personajes sólo sirve para consolidarlas en un escenario del que ya no saldrán.

Por eso escribimos: Chávez ha ganado unas elecciones que Venezuela ha perdido.

EL FRACASO DEL IDEAL DEMOCRÁTICO

Hace unos días aventurábamos que si Chávez ganaba, no haría más que dar un paso hacia su fracaso final. «El fracaso del ideal democrático, del que habla Uslar Pietri, es perfectamente compatible con la celebración de elecciones periódicas» Hay un proceso circular entre la falta de cultura de una sociedad, el estilo de liderazgo que prospera en ella, la miseria de grandes segmentos de población, la falta de ideas para cambiar el estado deficitario de las cosas, la corrupción de los que ejercen el poder, y la consolidación del subdesarrollo. ¿Por dónde se puede romper ese círculo vicioso?

En el artículo al que nos referíamos antes, acudíamos a Arturo Uslar Pietri en busca de respuestas. Y en el dictador Juan Vicente Gómez (1857-1935) encontrábamos un retrato de la Venezuela de principios de siglo XX, que es la misma Venezuela de principios del siglo XXI. «La historia nos entrega retratos del pasado que sigue ejecutando sus travesuras a costa de los contemporáneos»

Gómez gobernó entre 1908 y 1935, a veces personalmente, a veces a través de títeres que manejaba a su antojo, y sobre él Uslar Pietri, en Oficio de Difuntos, escribe lo siguiente:

En todo esto hay una contradicción. Un Gobierno no es sino la expresión de una realidad. Cómo vamos a tener congresos y juristas y sistemas de leyes, si lo que tenemos e montoneras y caudillos bárbaros. Para que el presidente pudiera ser un hombre como el doctor Salamanqués y no un caudillo de machete, tendríamos que cambiar el país. Por eso la lucha por el ideal democrático ha fracasado siempre y seguirá fracasando. Al país del machete hay que gobernarlo con el machete. Los hombres que pueden llegar al poder son estos jefes de montonera.

CERVANTES

El fracaso del ideal democrático, del que habla Uslar Pietri, es perfectamente compatible con la celebración de elecciones periódicas. El rito formal de las urnas, por sí mismo, no asegura nada. Por detrás de ese ritual, subsiste una historia maléfica, de la que poco podemos esperar, salvo más de lo mismo.

Y es que la historia y la verdad van de la mano. Cervantes escribía: la verdad, cuya madre de la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir. Y la historia nos entrega retratos del pasado que sigue ejecutando sus travesuras a costa de los contemporáneos.

EL GENDARME NECESARIO

En los años noventa Chávez tenía un libro de cabecera: El Oráculo del Guerrero. El autor –Lucas Guerrero– es chileno, y –tal vez– escritor. El tal vez es pertinente, porque, después de todo, escritor es cualquiera que ponga una letra al lado de otra, y una palabra a la vera de otra palabra. Lo cierto es que hemos investigado sobre el autor, y en efecto, no tiene pretensiones de escritor: lo suyo es el judo, el yoga, el aikido, la digipuntura, las artes marciales. «El autor de estas líneas sabe que el artículo ofrece un flanco fácil a la crítica: a alguno se le podrá ocurrir que es un artículo golpista» El valor intelectual del librito de marras es computable en cero. Y Chávez lo promocionó en Venezuela.

Pero si ese es el libro que tal vez define mejor el nivel intelectual de Hugo Chávez, otro es el libro en el que debió inspirarse para fundar su régimen: hablo de un libro publicado en 1919, titulado Cesarismo Democrático, y cuyo autor es Laureano Vallenilla Lanz (1870-1936).

Vallenilla habla del gendarme necesario, y escribe: Cualquiera que con espíritu desprevenido lea la historia de Venezuela, encuentra que, aún después de asegurada la Independencia, la preservación social no podía de ninguna manera encomendarse a las leyes sino a los caudillos prestigiosos y más temibles, del modo como había sucedido en los campamentos.

VENEZUELA O LA PATOLOGÍA DE LA DEMOCRACIA

El autor «Venezuela, tierra de riquezas mal administradas, de petróleo que corrompe voluntades, y de mujeres cuya belleza inquietante quita el sueño y predispone al infarto, es territorio políticamente gangrenado» de estas líneas sabe que el artículo ofrece un flanco fácil a la crítica: a alguno se le podrá ocurrir que es un artículo golpista. No: aquí el único golpista es Chávez. Cuando el médico confirma que eso que parece gangrena es, sin duda, gangrena, nadie le acusa de querer cortarle la pierna a un ciudadano. Y es que Venezuela no es una democracia, sino una ceremonia de la democratitis en sesión continua. La democracia formal es el mínimo exigido, pero de ninguna manera la realidad satisfactoria. Hay que alegrarse de que haya elecciones, pero hay que lamentar la supervivencia de una cultura política predemocrática.

Venezuela, tierra de riquezas mal administradas, de petróleo que corrompe voluntades, y de mujeres cuya belleza inquietante quita el sueño y predispone al infarto, es territorio políticamente gangrenado.

Y lo decimos con argumentos de la filosofía: Ortega y Gasset decía que la democratitis es a la democracia lo que la hepatitis es al hígado. Es decir: su patología. Y esa es la verdad: Venezuela está instalada en la patología de la democracia. El triunfo electoral es inobjetable. Pero el problema subsiste. Y es que Chávez es un problema, pero Chávez no es el problema: el problema, antes y después del 23 de noviembre, se llama Venezuela.