contaminacionbeijing.jpg¿Pueden tener los maestros taoístas la clave para luchar contra el cambio climático? Sí, opina el autor. Entienda por qué.

(Desde Nueva York) ALGO SIN PRECEDENTES sucedió en China el pasado mes de octubre. Puede que no fuera tan brillante y espectacular como las Olimpiadas del pasado verano en Beijing, ni atrajo a jefes de Estado o celebridades mundiales, pero es posible que pueda dejar una impronta más duradera en el futuro de China, y del mundo, efectivamente.

Los maestros taoístas de toda China se reunieron cerca de la antigua capital de Nanjing para acordar un plan de siete años para actuar respecto al cambo climático. Cualquiera con un mínimo de conocimiento sobre China entenderá inmediatamente que ese evento constituye más que una mera curiosidad. Es más, el hecho que fuera la antigua y propia tradición taoísta la que reuniera a sus más honorables maestros para discutir qué significa el cambio climático para ellos y para su país es más que exótico, tanto si uno lo mira desde una perspectiva religiosa, como medioambiental o política.

LOS TAOÍSTAS SON IMPORTANTES

«Los templos taoístas y sus maestros están progresivamente dirigiendo a líderes políticos y empresariales en todos los niveles en torno al medio ambiente y otros desafíos» Pero, ¿cómo puede ser un encuentro de taoístas potencialmente transformador en un país como China? Éste es, después de todo, un país donde la implacable expansión económica sustentada en el carbono como combustible y el consumismo son prácticamente considerados como doctrina y están profundamente arraigados en el tejido social (en este sentido, las sociedades occidentales no son tan diferentes, tan sólo transitan algo más lejos por el mismo camino). Teniendo esto en cuenta, ¿no tendría que tener usted mismo algo de devoto taoísta, o un combatiente salvajemente optimista y crédulo, como para creer que tal encuentro tendría mucho que aportar?

Posiblemente, pero deseo aventurarme. Permítame intentar explicarme: en primer lugar, los taoístas chinos existen desde hace miles de años. Han vistos innumerables dinastías venir e irse, pero el Tao (que se traduce como el Camino) les ha sobrevivido a todos, demostrando su elasticidad y fortaleza. Sencillamente, los valores y creencias taoístas siguen teniendo gran influencia en la sociedad china. «Es verdaderamente significante que los actuales maestros taoístas en China hayan comenzado a hablar, precisamente, a través de este ancestral, aunque nuevo, vocabulario»

Además, estos valores y creencias han sido bienvenidos de vuelta en el más amplio discurso de la sociedad, respecto a asuntos tales como las políticas económica, social y medioambiental. El Taoísmo ya no está confinado a los ámbitos personales y familiares, tampoco a los festivales y rituales. Los templos taoístas y sus maestros están progresivamente dirigiendo a líderes políticos y empresariales en todos los niveles en torno al medio ambiente y otros desafíos. A la reunión asistieron representantes gubernamentales. En sus declaraciones, pidieron ayuda a los taoístas para la construcción de una China medioambientalmente armoniosa y sostenible. Se han dado cuenta de que para dar solución a los actuales desafíos y asegurar un futuro sostenible, necesitan efectivamente movilizar a todos los sectores de la sociedad. Hoy, ello incluye al de la religión, y no sólo la taoísta.

HACIENDO CAMINO

Además -y ello convierte todo esto en doblemente interesante- el taoísmo probablemente tenga más que ofrecer a la causa medioambiental en la Chna de hoy que cualquier otra organizada religión importante. «El objetivo es cambiar el curso para las generaciones venideras, porque los taoístas planean permanecer bastante tiempo más, continuando su sagrado baile cósmico que trasciende el tiempo y el espacio» Ésta es una fuerte afirmación, pero cualquiera que haya leído a maestros taoístas claves como Lao Tzu sabe en qué medida esta tradición basada en la fe enfatiza la administración medioambiental como un deber sagrado, algo que nosotros sencillamente debemos abordar para preservar nuestro futuro y el equilibrio del mundo entero. Tome el cambio climático, por ejemplo. Todo el problema puede ser maravillosamente explicado mediante los conceptos del Yin y el Yang: el balance de carbón entre la tierra y el cielo está descuadrado, y ello causa inestabilidad y desastre. Es verdaderamente significante que los actuales maestros taoístas en China hayan comenzado a hablar, precisamente, a través de este ancestral, aunque nuevo, vocabulario.

Finalmente, los taoístas están transitando el camino. Durante el pasado año instalaron paneles solares en la mitad de sus miles de templos alrededor de China, y pronto el trabajo será completado en todos sus lugares sagrados. Están proporcionando un comprensivo encarrilamiento sobre todos los aspectos sobre la administración medioambiental y climática: gestión de agua y tierra, protección de la diversidad biológica, eficiencia energética de las construcciónes, planes de estudio educativos, enseñanzas morales, mayor alcance mediante los medios de comunicación y propugnación al negocio, etcétera. Usarán su plan de 7 años para hacer una contribución holística y sistemática a la responsabilidad climática y a la administración medioambiental en China. Es más, la perspectiva va más allá de siete años: el objetivo es cambiar el curso para las generaciones venideras, porque los taoístas planean permanecer bastante tiempo más, continuando su sagrado baile cósmico que trasciende el tiempo y el espacio.

UN PUNTO DE INCLINACIÓN POLÍTICA GLOBAL

¿Podría esto ser el tipo de cosas que al final incline la balanza a favor de la acción climática decisiva en China y más allá? Bueno, aunque usted esté medio convencido respecto a los cuatro puntos anteriores, probablemente piense todavía que esto responda a una orden para colocar a los taoístas; y estoy de acuerdo. Las buenas noticias, de todos modos, es que algo semejante está ocurriendo en las once religiones más importantes en nuestro mundo de hoy.

Todos ellos están levantando proyectos a largo plazo para la acción climática, a través de todas las dimensiones de quiénes son y qué hacen. Se muestran verdes cuando la cuestión afecta a su gestión de la tierra, construcciones e inversiones financieras. Articulan el cuidado en la creación de una forma más firme y clara sus enseñanzas y predicaciones. Refuerzan su defensa climática hacia la sociedad en general, conectándola con la tierra en sus tradiciones espirituales y morales. Hacia noviembre del próximo año, pocas semanas antes de que acontezca el crucial encuentro sobre el clima en Copenhague, estas creencias presentarán al mundo sus planes y compromisos.

Ésta no es una contribución menor; estas once creencias representan de algún modo el 80-85 por ciento de la humanidad. Quizás sea suficiente para traernos un punto de inclinación política global. Al final, puede ser simplemente lo que se necesite para convencer incluso a los más obstinados y renuentes ejecutores de políticas de que la hora de asegurar el futuro de la humanidad es ahora.