alanbachelet.jpgEl desafortunado comentario de un alto cargo del Ejército peruano ha desatado la polémica en Chile, lo que evidencia que no se ha superado la desconfianza histórica entre estos países, dice la autora. Es hora de pasar página y fortalecer las relaciones por el bien común de la región.

(Desde Madrid) RECIENTEMENTE, UN PROGRAMA de televisión peruano difundió un vídeo en el que el Comandante General del Ejército Peruano, Edwin Donayre, copa en mano y en una reunión privada, señalaba: He dado la consigna acá de que chileno que entra ya no sale. O sale en cajón. Y si no hay suficientes cajones, saldrán en bolsas de plástico.

El vídeo, cómo no, fue rápidamente colgado en You Tube. Y sus consecuencias han sido tan previsibles como incomprensibles ya que han enfrentado a Perú y a Chile en un capítulo más de la desconfianza entre ambos países que hunde sus raíces en la Guerra del Pacífico (1879-1884).

EL INCIDENTE SE PROLONGA

El vídeo de marras al parecer fue grabado en una reunión privada de 2006. Tras su difusión el ministro de Relaciones Exteriores del Perú, José Antonio García Belaúnde, rechazó públicamente las palabras de Donayre en nombre del Gobierno peruano. «Lo que no tendría que ser más que un incidente, se ha convertido en la enésima rozadura peruano-chilena sin que nadie sepa muy bien por qué» Pero la escalada de reacciones a uno y otro lado de la frontera, no cesaba de modo que el presidente peruano, Alan García, llamó por teléfono a su homóloga chilena, Michelle Bachelet, para pedirle las disculpas del caso. García dijo a Bachelet que Donayre iba a pasar al retiro en los próximos días. Se especula con la posibilidad de que el presidente García dejara entrever que el citado pase al retiro se debía a sus palabras sobre Chile; lo cierto es que esta jubilación estaba prevista desde hacía varios meses en virtud del tiempo de servicios y de la edad del aludido. En cualquier caso, Bachelet dio el incidente por superado.

Por si fuera poco, dos días después de la difusión de las imágenes, Donayre pidió disculpas de forma pública a los peruanos, por ponerlos en un aprieto, y a los chilenos, asegurando que sus palabras se pronunciaron en un ambiente privado y atribuyéndolas a su carácter algo desenfadado en un contexto privado. «Las relaciones entre Perú y Chile nunca volvieron a un cauce regular tras la Guerra del Pacífico»

No obstante, a las 48 horas de la emisión de este pedido de disculpas el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alejandro Foxley, indicó que el incidente se daría por superado cuando Alan García pasase al retiro a Donayre. Algo que contradecía a la propia presidenta Bachelet. Ante las manifestaciones de Foxley, García respondió que Perú es amigo y respeta a todos los países, pero no recibe ni presiones ni órdenes de nadie de fuera.

Así las cosas, lo que no tendría que ser más que un incidente desafortunado pero intrascendente, se ha convertido en la enésima rozadura peruano-chilena sin que nadie medianamente moderado sepa muy bien a qué se debe en esencia. El culebrón amenaza con prolongarse mucho más allá de lo previsto.

CORTINAS DE HUMO Y CHIVOS EXPIATORIOS

Lo que ha venido a demostrar una vez más este incidente es que las relaciones entre Perú y Chile nunca volvieron a un cauce regular tras la Guerra del Pacífico. «García Belaúnde ha reiterado que el percance está superado y ha hecho un llamado para volver la mirada hacia la agenda común de integración» Cuando se va a cumplir el 130 aniversario del inicio de esta guerra, en diversos sectores de ambos países se mantiene la desconfianza. Y, lo que es peor, se utiliza al país vecino como cortina de humo de distracción respecto de los problemas internos. En Perú, país que se llevó la peor parte en el citado conflicto, además, desde sectores poco informados se suele mirar a Chile como un chivo expiatorio recurrente y fácil en tiempos de crisis internas. Algo de lo que, por cierto, sabe mucho Bolivia, el tercer país implicado en la Guerra del Pacífico que, además, perdió su salida al mar en aquel conflicto.

Las palabras de Donayre pueden tener toda la repercusión que se quiera y pueden ser manipuladas en uno u otro sentido pero, en el fondo, lo que evidencian es que en ámbitos impulsados por un mal entendido patriotismo no se ha superado la desconfianza respecto del vecino del sur. «Un dato alentador desde Chile es que no todos los políticos del partido de gobierno opinan como Foxley»

En Chile también se azuza a conveniencia la rivalidad con el vecino del norte en tiempos de cambios políticos. Para el ministro de Relaciones Exteriores peruano, la insistencia de su homólogo chileno en que se pase al retiro a Donayre como castigo respondería a una presión política interna ante los futuros cambios en el Gabinete de su país. Añade: Hemos dado las disculpas y satisfacciones del caso pero si no paramos la cosa allí mañana dirán que Donayre no solo sea destituido, también que se le encarcele, que se ponga 30 días de rigor, entonces entramos en una dinámica donde nos van a decir qué es lo que debemos hacer, y eso es inaceptable. Me parece impertinente.

García Belaúnde ha reiterado que para Perú el percance está superado y ha hecho un llamado a las autoridades chilenas para volver la mirada hacia la agenda común de integración.

PRAGMATISMO Y FUTURO

«El incidente, haciendo de la necesidad virtud, debería ser aprovechado por ambos países para replantearse una relación con altibajos históricos» Un dato alentador desde Chile es que no todos los políticos del partido de gobierno opinan como Foxley. Si bien hay posturas como la de Jorge Taraud, integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores y diputado del Partido por la Democracia, que ha pedido que Bachelet llame al embajador chileno en Lima, el senador oficialista chileno Juan Pablo Letelier se ha manifestado contrario a las palabras de su canciller: Es inoportuno en diplomacia que un gobierno le diga a otro lo que debe hacer. Las palabras de Foxley, en este contexto, son poco diplomáticas, colaboradoras y visionarias. Ha añadido que las palabras de la discordia fueron pronunciadas por una persona con algunas copas de más, pero no representan el sentir de ningún sector político de Perú.

Las posturas pragmáticas y pacificadoras de Letelier y del canciller peruano son dignas de emulación para rebajar la tensión que ha generado que se desate una tormenta en un vaso de agua.

El incidente, haciendo de la necesidad virtud, debería ser aprovechado por ambos países para replantearse una relación con altibajos históricos y que en la actualidad no favorece a nadie más allá de los vendedores de armamento que se frotan las manos cada vez que ocurren este tipo de desencuentros.

Perú y Chile, países que actualmente gozan de gobiernos respetados en el contexto internacional deben pasar la página de la discordia y trabajar conscientes de que sólo la unión entre ambos países, entre todos los países de la región, fortalecerá a América Latina a nivel interno, en planos como el democrático y el económico, y en su posición en los foros internacionales.