El Tratado contra las bombas de racimo ya es una realidad
España se compromete a destruir su arsenal en siete meses
Entienda por qué este acuerdo, pese a no ser ratificado por actores clave como Estados Unidos, Rusia, Israel o China, es el instrumento internacional más importante en una década en materia humanitaria y de desarme.
(Desde Oslo) REPRESENTANTES DIPLOMÁTICOS de más de cien países han contribuido los días 3 y 4 de diciembre en Oslo a dar un paso histórico: firmar un Tratado Internacional de prohibición de las bombas de racimo. Junto a ellos, y alentando esa decisión, estaban 250 representantes de ONG de más de 70 países.
También están aquí supervivientes de las bombas de racimo y las minas procedentes de Albania, Afganistán, Croacia, Estados Unidos, Etiopía, Irak, Laos, Líbano, Serbia, Tajikistán y Vietnam. Y a eso hay que sumar expertos en retirada de restos explosivos y desminado que vienen de Bosnia-Herzegovina, Camboya, Líbano, Serbia, Vietnam y el Sáhara Occidental.
La sociedad civil global, que había apostado por este Tratado, ha estado presente en Oslo para garantizar que se hace realidad.
98 POR CIENTO DE VÍCTICMAS CIVILES
Se trata «La entrada en vigor podría producirse pronto, ya que sólo hace falta la firma y ratificación de treinta Estados para que esto ocurra» de un momento histórico ya que este Tratado es el instrumento internacional más importante en una década en materia humanitaria y de desarme. El Tratado prohíbe la fabricación, uso, venta y almacenamiento de bombas de racimo. Se trata, además, del texto que pedía la sociedad civil. No contiene excepciones, es decir, que todas las bombas de racimo quedarán prohibidas. No se han admitido retrasos ni demoras: ningún país miembro del Tratado puede aprobar una moratoria para su entrada en vigor. Y es el instrumento internacional más claro de todos los logrados hasta la fecha en materia de asistencia a las víctimas.
Hay pocos –o ningún– precedente, en las normas internacionales de derechos humanos y desarme, de que se apruebe un texto tan completo y con un apoyo inicial tan contundente. Hace 11 años, el Tratado de Ottawa contra las minas antipersonales salió adelante con el apoyo de 47 países «Una de las principales críticas es que los grandes productores no estaban en Oslo ni quieren firmarlo»(hoy son más de 160 los Estados parte). Un apoyo de salida de 100 significa que el recorrido y alcance del Tratado de Oslo puede ser mucho mayor.
La entrada en vigor podría producirse pronto, ya que sólo hace falta la firma y ratificación de treinta Estados para que esto ocurra. A partir de ese momento se logrará lo que la sociedad civil ha buscado durante años: que este armamento, que provoca un 98 por ciento de víctimas civiles, quede estigmatizado.
CRÍTICAS
Una de las principales críticas que ha recibido el texto es que los grandes productores (Estados Unidos, Rusia, Israel, China…) «Noruega ha contado con el apoyo de otros gobiernos y de la sociedad civil internacional, organizada en torno a la Coalición contra las Bombas de Racimo» no estaban en Oslo ni quieren firmarlo. Pero esto no es una novedad. Estos países son los grandes ausentes en muchas de las normas internacionales y esto no impide que esas normas sean positivas y necesarias. La alternativa que suele plantearse (descafeinar los textos para que ellos puedan aceptarlos) es perversa, pues significaría adoptar normas tan laxas que, entonces sí, tendrían garantizado el ser papel mojado desde su inicio.
En este caso, el avanzado texto del Tratado y el alto número de apoyos recibidos permite prever que tendrá un alto poder normativo, y que puede influir en el comportamiento incluso de aquellos Estados que no lo firmen. Volviendo al ejemplo del Tratado de minas, aunque Estados Unidos no lo ha firmado, tampoco las ha usado ni vendido en los últimos años. Cuando un arma queda estigmatizada, puede lograrse que el coste político de usarla sea demasiado grande.
UN CAMBIO POSIBLE
«La sociedad civil de todo el mundo ha demostrado con su implicación en este tema que el cambio es posible y real, y esto puede ser un gran ejemplo de cara al futuro» Ésta es la culminación del denominado Proceso de Oslo, que comenzó hace 18 meses cuando el Gobierno noruego decidió encabezar negociaciones al margen de los cauces diplomáticos tradicionales dirigidas a lograr un Tratado. Para ello ha contado con el apoyo de otros gobiernos y de la sociedad civil internacional, organizada en torno a la Coalición contra las Bombas de Racimo (CMC, por sus siglas en inglés).
Por parte del Gobierno español estuvo en la Conferencia el ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos, que quería mostrar su apoyo y compromiso personal con este instrumento legal. El ministro anunció que la ratificación se tramitará por vía de urgencia en el Parlamento y que pronto será una realidad en la legislación española. Es posible que España sea uno de los primeros 30 países cuya ratificación es necesaria para que entre en vigor. Además la ministra de Defensa, Carme Chacón, anunció con motivo de la conferencia que España destruirá su arsenal en siete meses (noticia que, cuando fue conocida en Oslo, provocó una ovación en la reunión plenaria de la CMC).
La sociedad civil de todo el mundo ha demostrado con su implicación en este tema que el cambio es posible y real, y esto puede ser un gran ejemplo de cara al futuro. Como dijo el ministro noruego de Cooperación Internacional, Erik Solheim, a los delegados de la sociedad civil presentes en Oslo, Yes, we can.
- Por qué prohibir las bombas de racimo
por Mabel González Bustelo
¿Qué opina usted de este análisis? Le invitamos a publicar su comentario