schorraul.jpgTodos han perdido en Gaza: la comunidad internacional, al agudizarse un conflicto con tanta incertidumbre y violencia. Oriente Medio, al fortalecerse las corrientes afines al integrismo yihadista. Israel, al recibir una condena mundial; la ANP, debilitada políticamente. Y los palestinos, los grandes perdedores, están muy lejos de la creación de su Estado.

(Desde Santiago de Chile) ERA PREVISIBLE: TANTO ISRAEL como Hamás proclaman sendas victorias. Acabada la operación militar israelí la lucha pasa al campo de la propaganda.

Cabe preguntarse en qué basa Jaled Meshaal, el líder de Hamás que reside en Siria, la siguiente afirmación: La franja de Gaza ha conseguido una victoria. El enemigo ha fracasado. «Los israelíes no deben tener ninguna ilusión que para ellos ha terminado la pesadilla de Gaza» Esta es la primera guerra que hemos ganado, la primera guerra a gran escala. Ehud Barak, el ministro de Defensa israelí, declaró que: Hamás recibió un golpe que nunca imaginó y estará quieta, ahora, por un buen tiempo. Es comprensible que las partes hagan el balance que más le favorece pero todo indica que ambos perdieron mucho.

Al destruir Gaza, Israel se destruye a sí misma. Quiéranlo o no israelíes y palestinos están condenados, por la historia y la geografía, a vivir unos junto a otros. Las heridas abiertas durante el ataque de Israel tardarán en cicatrizar. Son daños que dejan en un profundo duelo a millares de palestinos. Pero los israelíes no deben tener ninguna ilusión que para ellos ha terminado la pesadilla de Gaza.

UN CONFLICTO MÁS POLÍTICO QUE MILITAR

«En caso de ser atacados los israelíes tenían órdenes de abrir fuego aún si ello implicaba grandes riegos de alcanzar a inocentes» Las estadísticas de muerte son abrumadoras. Es difícil saber cuantos de los caídos eran combatientes de la organización islamista Hamás. Lo que sí se sabe es que hubo cientos de niños ultimados junto a civiles ajenos a las acciones armadas. Ello ocurrió, en parte, porque los generales israelíes fijaron como una de las prioridades proteger la vida de sus efectivos.

El éxito de la campaña, de cara a su opinión pública, pasaba por incurrir en el menor número posible de caídos. En consecuencia velar por la población civil en los frentes de combate fue un objetivo secundario. En caso de ser atacados los soldados israelíes tenían órdenes de abrir fuego aún si ello implicaba grandes riegos de alcanzar a inocentes. Peor aún, los misiles y las bombas eran lanzados desde miles de metros de altura, y fueron muchas toneladas de explosivos, con los consiguientes e inevitables errores.

«Hamas sobrevivió políticamente y, el tiempo dirá, si salió fortalecida en su capacidad de convocatoria» La esencia del conflicto israelo-palestino es político; si bien hay una dimensión militar, ella es secundaria. Los palestinos han incurrido en repetidas oportunidades en el error de militarizar su resistencia. Nunca tuvieron más simpatía internacional y estuvieron más cerca de conseguir sus metas que durante la primera Intifada (1987-1991). Pero perdieron terreno con la segunda (2000-2005) que se caracterizó por numerosos atentados terroristas. De igual manera la abrumadora respuesta bélica israelí ha disminuido su autoridad moral. Sus fuerzas armadas demostraron algo que se sabe: pueden causar un enorme daño a sus adversarios. Pero, pese a ello, y no podía ser de otra forma, Hamás sobrevivió políticamente y, el tiempo dirá, si salió fortalecida en su capacidad de convocatoria. Incluso en un plano bélico los milicianos dispararon cohetes y misiles hasta el último día de las hostilidades. Intentaban demostrar que su voluntad de lucha no estaba disminuida.

PUNTO DE INFLEXIÓN

Es difícil evaluar a quien beneficiaron las tres semanas de violencia. Israel sin duda socavó el prestigio de su principal interlocutor: la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Al minar el mando de Mahmoud Abbas, presidente de ANP, los israelíes dan un paso que los deja cara a cara, sin alternativas, con la organización que acusan de terrorista. Israel al igual que Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas no reconocen a Hamás. Le exigen en primer lugar que reconozca al estado de Israel, renuncie a la violencia y acepte los acuerdos contraídos por la ANP.

«Como ocurre con organizaciones de inspiración religiosa, en especial aquellas con una vocación de martirio, el realismo es ajeno a sus planes y metas políticas» En estricto rigor no cabe calificar a Hamás como una organización terrorista. El grueso de sus actividades es político y social. Por algo ganaron las últimas elecciones. No es una organización clandestina. Su liderazgo y estructuras son conocidos. En ocasiones, sin embargo, recurre a acciones terroristas. Pero por ello, al igual que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), no es posible desecharla como una organización terrorista con la cual no es posible dialogar.

En lo que toca al conjunto del pueblo palestino el resultado del último enfrentamiento es un revés monumental. El hecho que una organización islamista se convierta en la principal expresión de su lucha agrava su aislamiento internacional.

Lo ocurrido en Gaza profundizó la división entre las dos grandes corrientes palestinas. Una laica y comprometida en un proceso negociador como vía para construir un estado independiente. Y la otra, confesional y convencida que la vía armada es una opción irrenunciable para conseguir el mismo objetivo. En las palabras de Mashaal: La batalla de Gaza es un verdadero punto de inflexión en la lucha contra el enemigo sionista. Como ocurre con organizaciones de inspiración religiosa, en especial aquellas con una vocación de martirio, el realismo es ajeno a sus planes y metas políticas.

SIN GANADORES

En definitiva todos perdieron en Gaza. La comunidad internacional pierde pues se prolonga y agudiza un conflicto que ha traído tanta incertidumbre violencia.

Pierde Oriente Medio, pues se fortalecen las corrientes afines al integrismo yihadista. Israel recibe una amplia condena mundial por violar normas elementales en la conducción de una guerra en territorios habitados por población civil. En el plano político además debilitó a la ANP que, de acuerdo a sus intereses, debió fortalecer.

Los mayores perdedores, como siempre, son los palestinos pues, además de sufrir enormes perdidas humanas y materiales, se alejan una vez más de lograr la creación de un estado nacional soberano.