obamamedvedev.jpgMoscú podría buscar que la Casa Blanca renuncie a ampliar la National Missile Defense (NMD) en Europa del Este, a cambio de colaboración en el suministro de las tropas en Afganistán.

UN DÍA DESPUÉS DE LA VICTORIA electoral de Obama, la Federación Rusa declaró su intención de desplegar misiles Iskander (con unos 400 Kilómetros de alcance ) en el enclave ruso de Kaliningrado (situado entre Polonia y Lituania ). De esta manera Moscú insistía en su oposición a los planes de Estados Unidos para establecer su infraestructura militar antimisiles en territorio polaco y checo. La necesidad de defender a Europa de un posible ataque desde Irán o Corea del Norte –argumentada por Washington– es rechazada de plano por el Kremlin, quien interpreta esta iniciativa como un intento de desestabilizar el equilibrio estratégico existente en el continente europeo.

Tras este anuncio, calificado por el secretario de Defensa estadounidense Robert Gates como «innecesario y equivocado», el presidente ruso Dmitri Medvédev suavizó el discurso de Moscú. En una entrevista concedida a Le Figaro a mediados de noviembre, afirmaba que su país renunciaría al despliegue de misiles en Kaliningrado, si Washington abandonaba su proyecto de extender la NMD a Europa Oriental. De esta manera Medvédev mostraba su disposición a colaborar con Estados Unidos y respondía a la propuesta del presidente Obama de cambiar radicalmente el rumbo de la política exterior estadounidense y dar prioridad al desarme nuclear.

REDUCCIÓN DE LOS ARSENALES NUCLEARES

A principios de febrero el presidente norteamericano daba un paso más en este sentido y, según publicaba The Times, proponía a Moscú la reducción del 80 por ciento de sus respectivos arsenales nucleares. Esto significaría rebajar el número de cabezas nucleares de 5.000 a 1.000 por país y sustituir el Tratado sobre Reducción de Armas Estratégicas (START, en sus siglas en inglés) que expira en diciembre por un nuevo acuerdo. El hecho de querer cerrar nuevos tratados para limitar el despliegue armamentístico podría funcionar para Washington como un instrumento que rebaje tensiones, antes de tomar otras decisiones mucho más complejas, como la de redefinir los proyectos de la NMD.

«Moscú prometió a Tashkent más de 2.000 millones de dólares en ayuda y créditos y 17.000 millones de dólares en inversiones»

En el discurso pronunciado en Munich por el vicepresidente Joseph Biden, dentro de la recién clausurada Conferencia Internacional de Seguridad, Estados Unidos presentó su intención de acabar con el unilateralismo que ha marcado su política exterior en los últimos años. Pero al mismo tiempo afirmó que los planes para construir un escudo antimisiles en el noreste de Polonia siguen adelante, «si se demuestra que se trata de una tecnología eficiente». La diferencia con la administración Bush radica en el compromiso expresado por Biden de consultar el desarrollo de estas instalaciones con Rusia y la OTAN.

KIRGUISTÁN CAMBIA A WASHINGTON POR MOSCÚ

La Conferencia de Munich se vio empañada por la decisión de Kirguizistán de pedir a Estados Unidos que abandone la base de Manas en un plazo de seis meses. Esta iniciativa contraviene los planes de Obama para intensificar la operación militar de su país en Afganistán y ha sido interpretada por Washington como una maniobra del Kremlin. En efecto, en la última reunión de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (que está liderada por Rusia e incluye a Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán) Moscú prometió a Tashkent más de 2.000 millones de dólares en ayuda y créditos y 17.000 millones de dólares en inversiones sobre un nuevo proyecto hidroeléctrico, que podría ayudar a resolver los problemas de suministro de agua de esta república asiática.

También en Munich el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, declaró como contrapartida que permitirá a Estados Unidos usar el territorio de Rusia para el abastecimiento de sus tropas en Afganistán. Lo anterior no compensa la pérdida de la base kirguiza y puede interpretarse como un intento más de hacerse con nuevas bazas por parte de Moscú para reforzar su posición negociadora frente a Washington. Dada la importancia atribuida por Obama a la intervención militar en Afganistán, en el Kremlin podrían buscar que la Casa Blanca renuncie a ampliar la NMD en Europa del Este, a cambio de colaboración en lo que al suministro de las tropas en Afganistán se refiere.

¿Y POLONIA?

Por otro lado, tampoco los planes de Estados Unidos han quedado claros. Washington necesita del apoyo de Moscú frente a cuestiones tan delicadas como las posibles sanciones a Irán o el mencionado avituallamiento de las tropas en Afganistán. Pero abandonar los acuerdos ya firmados con Varsovia y Praga para conseguir la colaboración de Rusia podría interpretarse como un síntoma de debilidad.

«Desde la llegada a la Casa Blanca de Obama, el gobierno de Varsovia han buscado que Estados Unidos ratifique»

En medio de todo este juego de idas y venidas, en Polonia crece la incertidumbre ante la posibilidad de que el escudo antimisiles no llegue a instalarse en su territorio. El conflicto entre Rusia y Georgia del pasado verano actuó como catalizador del proceso negociador, de modo que las numerosas reticencias del gobierno polaco fueron repentinamente superadas y las críticas que rodeaban el proyecto se desvanecieron de un día para otro. Lo que era interpretado por muchos como una provocación a Moscú que colocaría a Polonia en el punto de mira de un posible ataque desde el país vecino, pasó a ser considerado como elemento clave para garantizar la seguridad polaca frente a la temida Rusia.

Desde la llegada a la Casa Blanca de Obama, el gobierno de Varsovia y, sobre todo, el presidente Lech Kaczynski han buscado que Estados Unidos ratifique la postura mantenida al respecto por la administración Bush, pero su insistencia no ha obtenido por el momento ninguna respuesta clara.