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El hecho de que se haya juzgado a Fujimori en un juicio público, con todas las garantías de la ley debe ser un motivo de orgullo para los peruanos.


(Desde Madrid) EL 7 DE ABRIL DE 2009 SERÁ UNA FECHA que deberá recordarse en la historia de Perú y de Latinoamérica. Como ya lo han señalado muchos medios de comunicación de muchos países, por primera vez, un presidente latinoamericano, electo democráticamente ha sido juzgado y sentenciado por la justicia de su país por violaciones a los derechos humanos. Alberto Fujimori Fujimori, ciudadano peruano y japonés (Kenya Fujimori), Presidente de Perú entre los años 1990-2000 ha sido sentenciado a 25 años de cárcel, que los cumpliría en febrero de 2032, a la edad de 95 años.

Cerca de 17 años después que diera el autogolpe de Estado, la Sala Especial de la Corte Suprema de Justicia ha determinado que el ex presidente es culpable de los delitos de lesa humanidad por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta y de los secuestros de Gustavo Gorriti (periodista) y Samuel Dyer (empresario). Dicho proceso judicial se inició en diciembre de 2007 y duró 484 días y ha sido desarrollado de una manera ejemplar.

ASILO EN JAPÓN

Como se recordará Fujimori, renunció a la presidencia luego que se hicieran públicos los vídeos que probaban la corrupción establecida en las altas esferas del Estado al utilizar dinero público para sobornar a congresistas, políticos, dueños de medios de comunicación, etc. Se asiló en Japón, de donde era prácticamente imposible lograr su extradición para que sea juzgado. Hasta que Fujimori abandonó Japón y fue capturado en Chile. Luego se logró su extradición a Perú.

De los crímenes por los que podía ser juzgado –dadas las condiciones de la extradición–, sin duda los más importantes fueron la responsabilidad por las matanzas de estudiantes (La Cantuta) y de un grupo de pobladores de Barrios Altos, quienes fueron ejecutados con armamento de guerra por un grupo militar, de cuya existencia se ha demostrado que Fujimori era conocedor.

A lo largo del proceso, como era de esperar, Fujimori argumentó que las acciones realizadas estuvieron dentro del marco la lucha antisubversiva para lograr la pacificación del país (llegando a afirmar que «gobernó desde el infierno») y que no tuvo ninguna relación con el grupo Colina y que nunca tuvo conocimiento de sus actividades ilegales. Sin embargo, el tribunal declaró que los cargos se encuentran probados más allá de toda duda razonable. Es decir, Fujimori estuvo al tanto e involucrado en las operaciones realizadas por el grupo militar especial que costó la vida a 25 personas. Es claro que Fujimori tenía el mando político militar.

LOS FAMILIARES DE LAS VÍCTIMAS

La sentencia marca un punto clave en la vida política de Perú. Es un bálsamo de paz para los familiares de las víctimas, que nunca perdieron la esperanza de recibir justicia en nombre de sus deudos. Es una clara demostración a los futuros responsables de la política peruana que las violaciones de los derechos humanos no quedarán impunes. No se puede justificar la muerte de inocentes bajo ningún concepto, el fin no justifica los medios.

El hecho de que se haya juzgado a Fujimori en un juicio público, con todas las garantías de la ley debe ser un motivo de orgullo para los peruanos. Es una buena noticia que sirve para reforzar una democracia tan joven y precaria. El Poder Judicial ha demostrado que puede realizar una labor imparcial y técnica.

NUNCA MÁS

Pero existe un porcentaje de la población que aún simpatiza con el ex presidente y que considera que este juicio es una venganza política. Keiko Fujimori, congresista de la República, hija del presidente y muy probablemente candidata presidencial en 2011, ha anunciado marchas de los fujimoristas en contra de la condena, mientras que la defensa de Fujimori ha planteado recurso de nulidad, por lo que aún la sentencia no es firme. Los siguientes meses podrían traer consigo un clima político bastante complicado.

La justicia peruana ha dado su veredicto. Es muy difícil que la Corte Suprema cambie el sentido de la sentencia en un futuro. Fujimori y sus allegados utilizaron muchas veces el aparto estatal para beneficio propio. No respetaron la dignidad de las personas ni tuvieron respeto por la vida de inocentes. Durante su gobierno, familiares de las víctimas, periodistas, universitarios, políticos, lucharon desde sus posiciones contra el régimen autoritario. Hoy, muchos años después, han visto que en Perú sí puede haber justicia.

Esperemos que esta historia, nunca se vuelva a repetir.