crespoeuropaNi Zapatero debe poner cara de derrotado, porque no lo ha sido, ni Rajoy de triunfante. Los que han votado al Parlamento Europeo en España son las bases sólidas del PP y del PSOE; pero en las próximas elecciones generales quien decidirá el rumbo será ese otro 50 por ciento que no votó.

(Desde Madrid) LAS NOCHES ELECTORALES se caracterizan por una tensión parecida al desenlace de la última jornada de la liga de futbol. En ésta se espera un ganador, y varios perdedores. También, que en el último minuto salte la sorpresa, y que lo vaticinado en este caso por las encuestas, no se cumpla. Pues ni lo uno ni lo otro sucedió el domingo 7 de junio por la noche.

«El PP se equivocará si con estos datos comienza a pedir la cabeza de Zapatero y un adelanto de elecciones: los ciudadanos ya han dicho claramente que este no es el camino»

Las encuestas acertaron (excepto la del Centro de Investigación Sociológicas, CIS, que ya empieza a ser habitual su falta de tino); los ganadores no lo fueron tanto como esperaban, y los perdedores desviaron la mirada hacia la crisis, esa que no existía y que ahora sirve de excusa para todo. Es más, en una derrota sin precedentes del socialismo europeo, Leire Pajín convirtió la del socialismo español en el último reducto espiritual de Europa. Pero, ¿qué hemos aprendido de estas elecciones, y en concreto de este resultado?

UNO

Lo que no nos dicen los políticos, pero que es fácil de intuir. Los ciudadanos, tanto españoles como europeos, estamos hartos de nuestra clase política. El espectáculo de la campaña española y de otras campañas en los países de la Unión Europea, nos ha mostrado el verdadero rostro de una clase dirigente incapaz, falta de ideas, sin capacidad de proyectar y convencer sobre una visión no ya de Europa, sino de cada uno de los proyectos de país. Descalificadores, mentirosos, demagogos, e incapaces incluso de reconocer lo más palpable. La enorme abstención es despachada en un par de segundos. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, en una rueda de prensa mal preparada, en la que se olvido incluso de citar el escaño obtenido por la coalición Europa de los Pueblos, se congratuló de la participación en España, en la media de la Unión, y «algo por encima» de la de hace 5 años. Que desvergüenza. Se felicita porque 5 de cada 10 españoles dieran la espalda a este absurdo que monta nuestra clase política. Si estas elecciones se rigieran por las reglas del mercado, este espectáculo ya hubiera cerrado por falta de público. Lo más triste es que esta lección apenas durará unos días en la prensa, y luego pasará a mejor vida.

DOS

«El comportamiento electoral apenas ha sufrido variaciones durante la campaña. Y esto básicamente porque el voto del 7 de junio ha sido un voto «duro», de los más leales, con procesos de transferencia y captaciones que ya se había producido con anterioridad a la campaña»

Ni mucho, ni poco. El resultado de estas elecciones ni confirma, ni desmiente. Ni Zapatero llegará al Congreso con cara de derrotado, porque no lo ha sido, ni Rajoy se las debe prometer felices para apaciguar a su partido sobre el eje de un liderazgo sólido. No hay votos suficientes, ni para uno ni para otro, porque los que han votado son bases sólidas de ambos partidos, y en unas futuras elecciones generales quien decidirá no son los que ahora votaron, sino ese otro 50 por ciento que decidió darles la espalda, a ambos. En estos próximos años, el PSOE deberá preguntarse si todos los «suyos» que ahora dejó en la abstención son recuperables, y cómo; para el PP, la pregunta es si la transferencia que ha recibido desde el PSOE es toda la que puede esperar recibir, o solo es cuestión de tiempo, y de esperar los errores del Gobierno, para poder seguir recibiendo transferencias en unas próximas elecciones generales. Sobre ambos ejes se establecerán las agendas estratégicas de uno y otro partido. Y también sus tácticas, que es lo peor, porque son las que sufriremos los ciudadanos con nuestra eterna paciencia.

TRES

aguilarUn voto estable. Escribí el 27 de mayo sobre la base de los datos del CIS del mes de abril, una nota en la estimaba una diferencia de 3,1 puntos porcentuales a favor del PP. Un estimación muy cercana a los resultados de la noche electoral (3,7). Esto significa que el comportamiento electoral apenas ha sufrido variaciones durante la campaña. Y esto básicamente porque el voto del 7 de junio ha sido un voto «duro», de los más leales, con procesos de transferencia y captaciones que ya se había producido con anterioridad a la campaña.

El 7 de mayo, sobre la base de datos de una encuesta nacional, estimé un desempeño del PP en el mes de abril de 2,2 puntos por encima del PSOE. Es decir, que los procesos de transferencia, por un lado, y de desafección, por otro, ya estaban en marcha. La cuestión, de nuevo, es observar en los próximos meses, si estos procesos se han estabilizado o mantienen su ciclo de inversión de preferencias en el tiempo.

CUATRO

Lecciones para ambos. Aunque no es una cuestión de titular para una comisión ejecutiva de partido, quizá convendría que ambos reflexionaran, aunque fuera en la sección de ruegos y preguntas, sobre dos cuestiones: el crecimiento de UPyD, y el peligro para ambos de que se convierta en el receptor del descontento hacia la clase política tradicional, y las estrategias a medio plazo a partir de los resultados.

El PP se equivocará si con estos datos comienza a pedir la cabeza de Zapatero y un adelanto de elecciones: los ciudadanos ya han dicho claramente que este no es el camino. Habrá que ver qué capacidad de liderazgo tiende Rajoy para decir «no» a los asesores que le inciten a repetir «váyase, señor zapatero». Si toma ese camino, se equivocará.