zelayahonduras1No existe legitimidad alguna en un golpe de Estado dentro de la democracia. Para Latinoamérica, el golpe en Honduras es una prueba de que la democracia no es posible sin el respeto a la ley y a la institucionalidad.
(Desde Santiago de Chile) MANUEL ZELAYA, PRESIDENTE DE HONDURAS, expulsado hacia la vecina Costa Rica. La primera pregunta es ¿Cómo calificar este hecho? La respuesta: un Golpe de Estado.

«Zelaya intentó hacer algo no validado por la ley. Eso no quiere decir que haya manera de justificar lo anterior, ya que la acción del Congreso careció de base legal desde el momento en que no se manifestó acerca de la acción de fuerza contra el presidente constitucional»

La segunda pregunta es:¿qué lo provocó? Y allí surge una visión que no es ni blanco ni negro, ya que el antecedente inmediato fue la crisis política que desató el propio Zelaya, con su intento no legal de reformar la constitución.

Previamente, Zelaya había intentado convocar a una especie de «consulta nacional» para abrir camino a una reelección prohibida en la Constitución. El problema es que tanto el Congreso como el Tribunal Supremo Electoral calificaron de ilegal lo anterior, y la propia Corte Suprema le ordenó restituir al jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, quien había sido cesado por negarse a dar apoyo logístico a esa iniciativa.

TOMANDO EL PODER

Sin embargo, nada de lo anterior justificaba el Golpe de Estado. Más aún, se trata de una clara violación de los derechos humanos más elementales que en cualquier parte del mundo, un ciudadano pueda ser sacado a la fuerza de su propio país. Presidente o no, lo que corresponde es que si ha cometido algún delito, sea juzgado en su propia nación, con las garantías del caso, y sin violar el debido proceso.

«Sacarlo a Zelaya en piyama no tiene otra explicación que evitar lo que ocurrió con el golpe que sufrió el propio Chávez, cuando su secuestro en la misma Venezuela, permitió un cambio en la correlación de fuerzas, y su retorno al poder»

Esto no ocurrió. Roberto Micheletti fue nombrado por el Congreso como Presidente, quien se definió como de transición hasta las elecciones generales convocadas para el 29 de noviembre, permaneciendo su mandato hasta la fecha en que terminaba el de Zelaya, es decir, el 27 de enero de 2010. Este gobierno es totalmente ilegítimo ya que es producto de un golpe de estado y de una sucesión forzada. En efecto, no hay legitimidad cuando alguien asume el poder sin seguir las normas ni los procedimientos establecidos.

Zelaya intentó hacer algo no validado por la ley. Eso no quiere decir que haya manera de justificar lo anterior, ya que la acción del Congreso careció de base legal desde el momento en que no se manifestó acerca de la acción de fuerza contra el presidente constitucional, y lo que correspondía era promover, si se consideraba necesario, un juicio político, y no juzgarlo en ausencia, ya que la pretendida renuncia no tuvo lugar.

CONDENA INTERNACIONAL

Tanto la ONU, como UNASUR, y el propio gobierno de Estados Unidos se han manifestado en contra del golpe y del gobierno que surgió. Más aún, la propia Organización de Estados Americanos no reconoce al nuevo gobierno de acuerdo a la aplicación de su Carta Democrática.

«Por ahora existe un gobierno ilegal que sucede a un gobierno que quiso reelegirse por vías no autorizadas. Por el bienestar de la democracia, es vital que el gobierno que ha surgido no sea aceptado por la comunidad internacional»

El acercamiento de Zelaya al ALBA de Chávez, de donde surge probablemente el ejemplo, tanto para los deseos de extenderse en el poder como también de su expulsión a la fuerza. De hecho, sacarlo en piyama no tiene otra explicación que evitar lo que ocurrió con el golpe que sufrió el propio Chávez, cuando su secuestro en la misma Venezuela, permitió un cambio en la correlación de fuerzas, y su retorno al poder. Sin ir más lejos, Chile bajo Bachelet reaccionó con rapidez en condenar el golpe hondureño, ya que fue uno de los pocos países que reconoció bajo Lagos, aunque brevemente, al gobierno que duró muy poco en el reemplazo ilegal de Chávez.

Este hecho es lo que seguramente va a mantener polarizada la situación, y es lo que efectivamente está detrás de todo lo que hemos visto, y seguramente de las amenazas de intervención que observaremos, además de la polarización interna.

VÍCTIMAS DE JUEGOS DE PODER

Este golpe marca un retroceso al intervencionismo militar que duró hasta los ochentas, y para Latinoamérica en general, una evidencia más, de cuan difícil es para la región aceptar que la democracia es imposible sin el respeto a la ley y a la institucionalidad, la que solo puede ser modificada de acuerdo a las normas establecidas. Esta verdad se viola tanto por quienes quieren perpetuarse en el poder casi indefinidamente, como por quienes dan golpes de estado.

«Lo esencial es que en América Latina haya de una vez por todas un entendimiento sobre la necesidad de respetar las reglas del juego, la base de toda democracia sana, lo único que evita el abuso de poder y las medidas de fuerza»

Por ahora existe un gobierno ilegal que sucede a un gobierno que quiso reelegirse por vías no autorizadas. Por el bienestar de la democracia, es vital que el gobierno que ha surgido no sea aceptado por la comunidad internacional, y que ojala los hondureños no sean víctimas de un juego de poder, a favor o en contra de lo que representa Chávez en la región.

Lo esencial es que en América Latina haya de una vez por todas un entendimiento sobre la necesidad de respetar las reglas del juego, la base de toda democracia sana, lo único que evita el abuso de poder y las medidas de fuerza.