Entre la corrupción y la vida pública
Pocas veces en la insólita historia de América Latina ha habido casos tan denigrantes de corrupción como los que vive Colombia. Son tantos, y tan atroces, que ellos se pueden equiparar a los crímenes de los grupos armados que recorren el territorio con una impunidad que subleva cualquier conciencia decente.
Un drama, al que se unen, claro está, los desplazados, los desaparecidos, los amenazados, los desempleados, los millones de pobres, los huérfanos, las viudas. Y una especie de apasionada y ‘perdonable’ forma de ser en que algunos sectores de la sociedad diferencian, con un cinismo macabro, al corrupto del vivo, del audaz.
¿Dónde están pues los límites? ¿Por qué hacen, unos y otros, una diferencia entre corrupción pública y corrupción privada? ¿Cómo entender la ética cuando en vez de la condena pública y social al corrupto, existe el elogio? ¿Qué implicaciones tienen estas conductas en la construcción de la nueva sociedad? ¿Por qué se desvía la atención de los verdaderos problemas? ¿Y los medios qué papel juegan en estas circunstancias? ¿Quiénes dan los premios por los excelentes trabajos periodísticos y quiénes despiden y censuran? ¿Otra forma grotesca de ser corruptos?
Cuántas preguntas y tan pocas respuestas. En buena medida las respuestas están en las columnas de opinión que unos pocos periodistas y analistas hacen en unos escasísimos medios de información, la mayor parte de los cuales están coaptados por el poder político y económico, más voceros de la corrupción que de la ética, igualmente proclives a tapar todo, a dar apenas unas pocas puntadas, a no explicar y reconocer a los verdaderos culpables del nunca bien conocido y denunciado problema de la corrupción, a divulgar con bombos y platillos lo que es insulsa comidilla de todos los usuarios, a despertar en algunas campañas los amores que no van a encontrar en las verdades que están obligados a denunciar. Uno a uno se podrían detallar con precisión los ardides con que construyen y alimentan sus falsos, pero muy difundidos, argumentos. Ahí está, como ejemplo, una muestra palpable de intereses y de subterfugios en lo que en Colombia -tan orgullosos del buen uso del idioma- se ha dado en llamar el Tercer Canal ¿o único?
Otra vez el uso indebido de las palabras. Las mismas con que se construyen cortinas de humo, las mismas que sirven para desconocer errores, usadas con un cinismo que asusta, valen luego para omitir conductas, para condenar y satanizar. Una conspiración de intereses públicos y privados, en los que unos y otros, con ocultas intenciones, van sembrando el camino de sus simulados razonamientos. Son tantos y tan peculiares los casos que serían muchas las páginas para solo enunciarlos. Algunos producen escozor: las chuzadas del DAS, los terribles “falsos positivos”, los aberrantes subsidios de “Agro Ingreso Seguro” -cuyo solo título encierra la más abominable perfidia de que se tenga noticia-, la financiación del referendo reeleccionista, la parapolítica y los ingredientes que ella tiene, la yidispolítica y la teodolindez, el absurdo caso del senador Villamizar y su hijo pidiendo al Estado cientos de millones de pesos regalados, las zonas francas, los nunca bien comentados casos del hermano del ministro del interior y ahora los hermano y los primos del asesor -nunca ex, que es otro juego gramatical- oficioso del presidente. Y dejo de citar otros muchos, para poder concluir esta descriptiva nota de opinión.
Lo grave es que en muchas ocasiones hay una especie de concubinato, casi siempre imposible de comprobar, entre lo público y lo privado. Detrás está en juego mucho dinero y mucho poder, por no ser eufemísticos, ahí está el anuncio con bombos y platillos del apoyo irrestricto al Presidente del dueño del poderosísimo grupo bancario Aval. Podremos los mortales corrientes dilucidar o cifrar los alcances de estos escándalos, o podremos conocer las intenciones que tienen en campos tan inescrutables como la política. Poco sabemos y poco sabremos. Mientras tanto, claro, las campañas más indecorosas recorrerán estas denuncias. Una muy bien montada cadena de improperios alcanzará a quienes con valor se paran a denunciar el tamaño de la canallada. Y, otra vez la palabra, los calificativos van y vienen con la misma sordidez con que se planean los actos: terrorista, secuestrador, chavista (el peor de los insultos), enemigo de la patria…, esa extraña sucesión de insultos y amenazas que coartan libertades y el mínimo sentido de la democracia, agravios coreadas con enfático sentido patriótico por ignorantes cibernautas y codiciosos apologistas del delito. Todo vale para que las FARC no sigan su camino de crímenes y de desmanes en estos más de cuarenta años de tenerlas ahí, unos días poderosas, otros débiles, según convenga a quienes las necesitan para atornillarse, con ellas ahí, en el poder.
Un panorama en el que es muy difícil responder tantas preguntas. Incluso es difícil preguntar. Muchas voces acallan las preguntas y las respuestas que necesita la sociedad colombiana para volver por los cauces de la normalidad. Y en buena medida se debe a que solo conocemos una parte de la respuesta. ¡Una parte! La otra parte no se conocerá por ahora. Son muchos años de historia y poca voluntad de cambiar o, quizás, miedo de cambiar. No hay una voluntad general de cambio. Buena parte de la sociedad ha sabido aprovecharse de la situación, pues en algún momento puede salir beneficiado, o espera ansiosamente la oportunidad de aprovecharse. Lo hemos aprendido y ahora lo enseñamos, a veces sin darnos cuenta. Es lo más cercano a uno de los sentidos que da el Diccionario de la lengua española cuando dice que la corrupción es el “vicio o abuso introducido en las cosas no materiales”. Y subrayo cosas no materiales, porque encierra hondos significados emocionales y psicológicos. Pero otras acepciones sí nos plantan en este mundo terrenal: “Alterar y trastrocar la forma de algo”, “Echar a perder, depravar, dañar, pudrir”, “Sobornar a alguien con dádivas o de otra manera”, “Pervertir o seducir a alguien”, “Estragar, viciar. Corromper las costumbres, el habla, la literatura”. O quizás, como dicen en otras latitudes: “Incomodar, fastidiar, irritar”. Y no faltarán quienes se incomoden, fastidien e irriten con estas líneas. Pero ahí están los hechos, sin más ni más.
Publicado por:
Sergio Rebollo
fecha: 17 | 11 | 2009
hora: 4:27 pm
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La foto es de mexico (con un billete de 200 pesos) y no de Colombia.
Publicado por:
Cesar Benavides Cavero
fecha: 19 | 11 | 2009
hora: 4:18 am
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Casi todos los gobiernos Americanos son corruptos y gobiernan con una falta total de transparencia, donde se desconoce la responsabilidad social en los serviores pùblicos. Creemos, que no es posible que los gobernantes no tenga ninguna responsabilidad en el manejo de la cosa pùblica y jamàs trabajan para el bienestar comùn. Cuando un funcionario o servidor pùblico comete un delito de funciòn o en sus labores, deberìa ser repudidado por la sociedad de su comunidad y eso jamàs se ha visto en nuestras naciones. Con este atraso jamàs vamos a desarrollar nuestras naciones y viviremos siempre en el cuarto mundo, despùes nos quejamos cunado un «dictador» aplica el paredòn para los que dilapidan los dineros pùblicos o como en otras naciones les cortan la mano para que no vuelvan a robar. En los proximos cien años habrà confianza en las autoridaes? Es la pregunta del millòn de euros?
Cèsar Benavides Cavero
http://www.ipcp.com.pe
Publicado por:
mariano erro
fecha: 19 | 11 | 2009
hora: 4:43 am
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Creo que si se otorgaran bonos anuales de significaciòn a los funcionarios pùblicos que los merezcan se volverìa a generar una cultura pùblica de eficiencia, con lo que, disminuirìa toda otra expectativa de remuneraciòn que no sea la estrictamente salarial por cumplir con su funciòn. Se volverìa a recuperar el orgullo por el trabajo bien hecho, y la dignidad funcional, que es lo que bloquea -desde adentro, desde cada uno- las modadlidades corruptas de ejercer la funciòn. Ademàs de hacer que los mejores, decidieran quedarse, en lugar de irse a empleos donde, o sean mejor pagos, o justamente reconocidos.
Creo que serìa interesante, que la recompensa por un trabajo bien hecho llegue, en primer lugar, desde el propio sitio donde se estàn desempeñando, y que, ademàs de que una buena pràctica de bonificaciòn reducirìa o eliminarìa la corrupciòn, aumentarìa ademàs, la productividad….
Publicado por:
Félix Gracia
fecha: 18 | 12 | 2009
hora: 5:58 pm
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Les dejo aquí, como comentario, el texto que figura en el blog de la Asociación para la Defensa de la Función Pública Aragonesa, de España (asocfuncionpublica.blogspot.com), como reflexión sobre el papel de la función pública frente a la corrupción:
FUNCIONARIOS PÚBLICOS CONTRA LA CORRUPCIÓN.
Cuando la evidencia de la corrupción en la vida pública no hace más que crecer, junto a la desazón de los ciudadanos, y el compromiso de partidos y gobernantes con los principios éticos de la sociedad es insuficiente, debemos pensar en la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos en el “mal colectivo” que amenaza con debilitar y enervar toda la energía ética de la democracia.
La corrupción prospera donde la transparencia y la fortaleza ética de la sociedad y de las instituciones retrocede. Muchos creen que impulsar medidas a favor de la ética pública es admitir que existe un problema de corrupción. Es la única explicación que cabe a la reiterada resistencia para impulsar medidas de transparencia y de fortalecimiento ético en las instituciones de la Comunidad Autónoma.
La corrupción es una realidad en nuestra vida pública, y los responsables políticos no aciertan a reaccionar. Al fraude de los insolidarios en el ámbito laboral, fiscal o de la seguridad social se está sumando el de los responsables institucionales, al promover o consentir irregularidades, incumplimientos y abusos manifiestos. Los mecanismos del Estado de Derecho se han visto afectados, y un ejemplo de ello es el deterioro que sufre la función pública.
La función pública es un elemento básico en un Estado de Derecho. La profesionalidad de los servidores públicos y la vigencia del mérito en el acceso a los puestos podría hacer de la función pública un eficaz freno a la corrupción. No se ha avanzado en ese camino.
La falta de rigor en la selección, la alta temporalidad, la suplantación de funcionarios por personal de empresas públicas, la externalización, la discrecionalidad en la provisión de puestos, el abuso de los puestos de confianza, la ilegalidad retributiva y un largo etcétera han debilitado el papel de los servidores públicos en el aseguramiento de la legalidad. La corrupción existente es la certificación de su fracaso.
La necesidad de “giro ético” es cada día más inaplazable. Las Cortes de Aragón, el Gobierno de Aragón y la mayoría de los responsables locales han sido insensibles a esta demanda. Debemos, por ello, concretar nuestras propuestas y dar mayor coherencia a nuestras actuaciones. Hay que definir el papel que corresponde a los funcionarios en la lucha contra la corrupción y elaborar una estrategia de actuación efectiva, que incida en el diseño institucional de las Administraciones y en la adecuada ordenación de la función pública. No está en juego sólo la razón de ser de las Administraciones Públicas y el sentido de la función pública, sino la credibilidad de nuestras instituciones políticas.
Publicado por ASOC. DEFENSA FUNCION PUBLICA ARAGONESA
Publicado por:
ana
fecha: 19 | 12 | 2009
hora: 6:40 pm
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Merecería gravárselos para que lo escuchen ,ya que pasados en un programa còmico de radio o Televisiòn darìan risa.
En Argentina ,donde los sistemas estaban bastante socializados y los fondos jubilatorios eran cuantiosos ,cuando irrumpiò en el mundo el NEO CAPITALISMO lo primero que apuntaron es a la privatizaciòn del mismo.Previamente se estableciò la obligatoriedad del aporte-para aumentar el capital-.
Ahora que el gobierno es pseudosocialista ,luego que les falló gobernar a costilla de sacarle confiscatoriamente la renta a la clase media campecina ,decidieron RE ESTATIZAR LOS FONDOS.
Con eso estoy totalmente de acuerdo ,pero el meollo de la cuestiòn es impedir que esos fondos sean destinados a cualquier cosa y a además imponer severas penalidad a la administraciòn fraudulenta.
Con el pretexto de capitalizar los fondos-lo que no estarìa mal con control estricto-el gobierno hace caja dirigiendo los fondos del ANSES para cualquier rubro.
Además ,justamente organizado por un ministro del gobierno de ARAMBURO de apellido MANRIQUE-un señor ejemplo de GORILA-el sistema es fondo comùn de las jubilaciones o sea bien SOCIALIZADO O MAS BIEN COMUNIZADO.
A ese fondo van a parar todos los beneficios no contributivos o con moratoria que otorga ANSES a la par de aquellos beneficios para los cuales aportaron de por vida los peticionantes.
Ante semejante mezcolanza ,hay jubilaciones totalmente justas y con aportes verificados que-por falta de fondos de ANSES -las demoran años TOTAL LA GENTE DE EDAD O DISCAPACITADA EN ALGUN MOMENTO SE MUERE.
ESE ES EL CRUEL PENSAMIENTO DE TODOS LOS GOBIERNOS ARGENTINOS Y ESTE GOBIERNO SOCIALISTA COMPARTE ESA IDEA.
Por tal razón ,mis mandantes ,sabiendo que respondo totalmente a sus espectativas y que no es por mi falta de capacitaciòn que los expedientes no prosperan ,me llaman por telèfono con este tipo de proposiciones.
«Doctora ,averigüe cuanto precisa el jefe de tal reparticiòn de la UDAI para sacar RÁPIDO MI TRAMITE.»
Al contestarle que no ,al rato hablan personas diversas -que pasan por familiares con el mayor respeto- afirmando que «si no se paga eso no anda».Por el tecnicismo con que habla esta gente no parecen familiares parece gente vinculada a la instituciòn.
Mientras circunstancias como ésta se mantengan en latinoamèrica las circunstancias serán CORRUPTIGENAS.
NO ES QUE EXISTA CORRUPCION ES QUE SE GENERA CORRUPCION QUE ES DISTINTO.