Ignacio Sánchez-Cuenca
12/01/2011

Tras el último comunicado de ETA, tanto el Gobierno como la sociedad se ven inmersos en un debate moral. Muchos apoyan ignorar la noticia y esperar hasta haya un verdadero comunicado de disolución de la banda y la entrega de las armas, dejando en manos de jueces y fuerzas de seguridad la labor de acelerar este proceso. Los fallidos intentos de negociaciones que se han dado a lo largo de los más de 40 años de existencia de ETA dejan en evidencia esta vía, pero tampoco hay que olvidar que tampoco ha funcionado el delegar todas las acciones en jueces y seguridad, pues la banda sigue existiendo. De hecho, ETA es ya la organización terrorista que más ha perdurado en un país del mundo desarrollado. Otra postura es la de incrementar las actuaciones para acortar la ya de por sí lenta disolución del grupo. Éste se encuentra debilitado y ha perdido apoyo entre la izquierda abertzale. El autor opina que el Gobierno debe aprovechar esta situación para reforzar aún más los partidos que apoyan la vía pacífica y que así la banda pierda su base social. Dentro de la cautela, el nuevo comunicado es una gran oportunidad para que el Gobierno presente el final del terrorismo como única salida.

Ignacio Sánchez-Cuenca es profesor de Sociología en la Universidad Complutense.

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