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Con la presidencia de George W. Bush en su piso histórico de popularidad y sin un sucesor natural republicano, los demócratas deberían estar en la situación perfecta para llegar a la Casa Blanca. Sin embargo, mientras Bill Clinton ataca despiadadamente a Barack Obama, el senador republicano John McCain, lidera los sondeos nacionales contra su esposa, Hillary. Las discordias de Bill son perjudiciales para el partido Demócrata. Es la hora de Obama, afirma el autor.