Catalina Pérez Correa
10/01/11
En México, la idea de readaptación no parece estar presente en las cárceles. A pesar de la creciente criminalidad en el país, la mayoría de los reclusos son jóvenes menores de 30 acusados por delitos menores, de los cuales cerca de la mitad están en proceso, encarcelados preventivamente. Delincuentes altamente peligrosos e infractores menores conviven en unas condiciones pésimas, muy lejos de otras cárceles, como en Noruega, en las que la reeducación es el principal objetivo. El resultado es que las cárceles empeoran a los reclusos, pues les es muy difícil encontrar trabajo y educación al salir y por tanto el índice de reincidencia aumenta. La prevención del delito, en vez de estar a cargo de la policía, se le atribuye a las cárceles, lo que unido a un sistema judicial injusto fomenta el clima de desobediencia civil. El autor condena el actual uso abusivo de las cárceles y demanda que éstas solo se utilicen como último recurso para los delincuentes realmente peligrosos. Pero mientras haya personas que se lucren del sistema penitenciario, éste seguirá siendo inútil e injusto.
Catalina Pérez Correa es investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM