El reñido resultado del referéndum sobre la reforma constitucional pretendida por el presidente Hugo Chávez, evidencia que Venezuela sigue polarizada en dos bandos que no aceptan medias tintas ni matices, con las consecuencias sociales y políticas que ello conlleva. El triunfo del No es el rechazo de la sociedad venezolana a otro Putin y brinda por lo demás una oportunidad para la acéfala oposición política, ahora sin excusas para no organizarse.

CALIFICAR EL RESULTADO ELECTORAL en Venezuela como la derrota de Chávez o el triunfo de la oposición es caer en la cuestionable generalización y simplificación del complejo proceso político venezolano.

Son varias las lecturas que, inicialmente, se pueden hacer de lo sucedido en el país suramericano donde, en medio de muchas tensiones y expectativas nacionales e internacionales, se sometió a consulta el proyecto de reforma constitucional.

«No sería novedad alguna que el presidente Chávez apretara las tuercas en su bando ante las lecturas y las consecuencias políticas que implica el resultado de la consulta popular»

El hecho de que el resultado electoral haya sido tan reñido, No (50,70 por ciento) contra el (49,29 por ciento) de 8.883.746 votos válidos, evidencia, una vez más, que Venezuela sigue polarizada. Todo ello con las consecuencias sociales y políticas que conlleva un país dividido en dos y en el cual los bandos no aceptan medias tintas ni matices sobre las situaciones que allá acontecen.

Esta tendencia había tenido una de sus máximas expresiones en el referéndum revocatorio al que fue sometido el presidente de la Republica, en agosto de 2004, cuando la balanza le fue favorable al jefe de Estado venezolano (el 59 por ciento de los votos contra un 40 por ciento), quien ahora, tras el frustrado proceso de reforma, encuentra limitada la nueva fase de la denominada revolución bolivariana y su socialismo del siglo XXI.

UNA COSTOSA MOVILIZACIÓN… SIN RESULTADOS

«Lo sucedido no significa el cese del mandato de Chávez, pero sí un sorpresivo revés en su larga cadena de triunfos electorales desde 1998»

Es en esta limitación donde, tanto el gobierno como los sectores de la oposición venezolana, deben poner atención. Por el momento, el discurso moderado del mandatario suramericano reconociendo los resultados electorales, hace ver, por lo menos en la forma, su apego a la voluntad ciudadana. Sin embargo, no sería novedad alguna que el presidente Chávez, líder único de la revolución, apretara las tuercas en su bando ante las lecturas y las consecuencias políticas que implica el resultado de la consulta popular con tinte plebiscitario.

Las palabras del mandatario: esa victoria no la hubiera querido retumbarán en los oídos del entorno chavista, ya que la costosa movilización de su electorado no arrojó resultados favorables para el proceso. La frase también supone una advertencia para quienes se le oponen.

«Un grupo de jóvenes estudiantes (…) han asumido un indiscutible rol protagónico en la conducción de la sociedad civil»

Por su parte la acéfala, heterogénea y no siempre organizada oposición, debe tener muy claro que el gobierno venezolano tiene un proyecto político que cumplir y que este traspié electoral sólo significa que buscará la manera de llevarlo a cabo en los plazos establecidos. No en vano, el primer mandatario recordó la frase por ahora, dicha a la opinión pública cuando fue detenido durante la intentona golpista que lideró en 1992 y la cual caló en el colectivo venezolano. Lo sucedido no significa el cese del mandato de Chávez, pero sí un sorpresivo revés en su larga cadena de triunfos electorales desde 1998.

APATÍA CIUDADANA Y EL DESPERTAR DE LOS JÓVENES

Otro aspecto de significativa importancia, es el valor del voto. Aunque la abstención fue elevada de acuerdo con los datos oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE), que la cifró en el 44,11 por ciento, la débil intención de voto que hasta hace menos de un mes daban las encuestas y sondeos de opinión preocuparon a la dirigencia política. Los últimos procesos electorales, sobre todo la elección para la conformación de la Asamblea Nacional, dieron cuenta de la apatía electoral que todavía embarga a muchos ciudadanos.

«La falta de precisiones provocó que las discusiones sobre el proyecto de reforma constitucional se centrara en un sólo articulo relativo a la reelección indefinida del primer mandatario, y no en la tentativa violación de los Derechos Fundamentales»

No obstante, en un indiscutible gesto de ciudadanía, el electorado venezolano (aproximadamente 16 millones de 26 millones de ciudadanos) se impuso a la desconfianza del digitalizado sistema electoral y acudió a las urnas. Sin embargo, resulta ingenuo pensar que se disiparon las sombras sobre el CNE y se tuvo que haber cortado mucha tela en el camino para que el organismo electoral oficializara la victoria del No.

Una de las razones del cambio de actitud en el colectivo venezolano la encarnan un grupo de jóvenes estudiantes, de las distintas universidades del país, quienes despertaron de su letargo hace unos meses y han asumido un indiscutible rol protagónico en la conducción de la sociedad civil, deslindándose, por lo menos de forma, de la politiquería de turno y de los intentos de algunos dirigentes de la oposición de capitalizar la lucha estudiantil.

SIN EXCUSAS PARA NO ORGANIZARSE

Y es que aquí es donde se hace pertinente establecer algunas diferencias, ya que se tiende a meter en un saco a todo opositor a Chávez sin tomar en cuenta algunos matices. Es ahora cuando a la oposición se le acaban las excusas para no organizarse.

Por otro lado, y ligado a lo anterior, también el momento puede ser favorable para hacer una llamada a la reconciliación nacional.

Fue la falta de precisiones y de portavoces adecuados lo que, en parte, provocó que las discusiones nacionales e internacionales sobre el proyecto de reforma constitucional, incluso para muchos analistas, se centrara en un sólo articulo relativo a la reelección indefinida del primer mandatario nacional (de 69 sujetos a reforma), y no en la tentativa violación de los Derechos Fundamentales, como el derecho al debido proceso y el acceso a la información, que suponían algunos artículos relativos a los Estados de Excepción.

Otros asuntos no menos importantes eran la pérdida de autonomía del Banco Central de Venezuela y los poderes absolutos presidenciales.

La sociedad venezolana, por lo pronto, no quiso otro Vladimir Putin.